El otro día escribíamos sobre esas cosas que nos parece que siempre han existido, que toda la vida han estado allí y que no hubo una época cuando no nos acompañaran. Todos los días al levantarnos los venezolanos tomamos una taza de café, pero eso no ha sido siempre así. Quizás los padres de nuestros tatarabuelos o por lo menos sus abuelos seguramente no conocieron el café.
El café no es oriundo de América. Sus orígenes se ubican en Etiopía al nororiente de Africa. Poco a poco su uso se fue extendiendo por el Mediterráneo hasta llegar a Europa por los años 1600, por lo tanto, ni Cristóbal Colón ni los reyes católicos Isabel y Fernando jamás llegaron a tomar una taza de café. Las primeras producciones de café en América se deben a los franceses que lo trajeron a sus colonias en el Caribe y las Guayanas. Entró por el Orinoco, donde el misionero José Gumilla introdujo la especie en nuestro país por 1730, desde donde se diseminó por los alrededores dando muy buena producción.
Pocos años después ya hay siembras en Coro y en Nirgua, incluso se estaba exportando por La Guaira. Por esos tiempos se empieza a sembrar en los alrededores de Valencia y Ocumare, todo esto gracias a que la corona estimula la producción del café, ya que la bebida es muy solicitada en Europa, y España no quiere comprarla a países extranjeros, tanto así que en 1768 se le ordena al gobernador de Venezuela fomentar la siembra de café por toda la gobernación, creando estímulos impositivos para exportar el grano a la metrópoli.
El café comenzó a cotizarse mucho más alto que el cacao, que era el principal producto de exportación de la capitanía. Esto trajo importantes repercusiones en la economía agrícola de la región, ya que tierras que no tenían vocación ni ganadera ni para otro tipo de cultivos, como lo eran las laderas, eran ideales para los cafetos aumentando la exportación a Europa, donde el café estaba de moda, desplazando al chocolate. Ya para fines del siglo XVIII y entrando el XIX, las exportaciones de café superaron a las de cacao.
En su viaje por Venezuela Humboldt reseña hermosas plantaciones de Café en los alrededores de Valencia y Ocumare, entre otros lugares.
Es totalmente falso, como sostienen algunos cronistas caraqueños, que los iniciadores del café en Venezuela hayan sido Mohedano y Blandín, quienes fomentaron sus siembras de café en Caracas, 80 años después de que había plantaciones de café en casi toda Venezuela.
Según el cronista Jesús Maduro en sus “Anales”, en Montalbán, valles altos de Carabobo, en 1813 los hermanos Pinto y Ortega introducen el cultivo del café con excelentes resultados, desde donde se diseminan a diferentes regiones del estado, especialmente a las haciendas de la cordillera de la costa, entre Naguanagua y Valencia, compitiendo con otros rubros de mayor importancia en la época, como el añil, la caña, el algodón y el tabaco.
Según Feo Caballero en sus “Crónicas” es en el año de 1873 cuando la caficultura carabobeña alcanza su cima, convirtiéndose el rubro en el principal producto del estado, desplazando a todos los demás.
Durante el resto del siglo XIX Venezuela y Carabobo continuaron con grandes producciones cafetaleras llegando a su punto culminante en 1919 con cifras record.
Luego, con los vaivenes de la economía, las dos guerras mundiales, la depresión de los 30 y la sobreproducción de Brasil, el sembrar café perdió algo de interés. Con la industrialización de Valencia nuestro estado dejó de encabezar las estadísticas. Actualmente la industria cafetalera tiene un renacer, con torrefactoras pequeñas y medianas, que están produciendo un café de altísima calidad, que nada tiene que envidiar al producto colombiano o brasileño.
Luis Heraclio Medina
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