Nuestra Señora de Lourdes fue una de las advocaciones marianas más veneradas en el Puerto Cabello finisecular, especialmente, por la devoción de las hermanas Oronoz.

La pobreza y la indigencia eran temas que ocupaban las páginas de la prensa local, y gracias al esfuerzo de un importante número de familias y comerciantes, en 1869, se establece una Sociedad de Beneficencia, dirigida por la señorita María Corina Olavarría, su presidenta perpetua, que funda el asilo de los pobres. Célebre fueron los bazares que se celebraban el 1º de enero de cada año, mediante los cuales se recaudaban importantes sumas para el sostenimiento de aquél. En 1881, se adquiere una casa de dos pisos en la calle Bolívar para alojar allí a los ancianos e indigentes que, con el paso del tiempo, se consolida con el aporte que de otros inmuebles hicieran algunos particulares. El asilo crece y ahora requiere más personal y una esmerada atención por lo que se propone entregarla para su manejo a la Congregación de las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía, lo que ocurre el año 1893, luego de que el presbítero Santiago Machado atendiera la solicitud que le hiciera la sociedad porteña por conducto del arzobispo de Caracas, monseñor Uzcátegui. Queda constituida así la Beneficencia del Carmen.

Contribuyeron, con mayor empeño, a la consolidación del ancianato que por aquel tiempo albergaba setenta ancianos y enfermos, el general José María Pirela Sutil, el señor Echeverría y el doctor Tomás Tirado. Pirela Sutil, quien estaba casado con Josefa Oronoz, tesorera de la sociedad benéfica y bienhechora del asilo, fue persona de loables iniciativas y próspero comerciante. Junto a su Agencia General encargada de consignaciones de buques, cobros, compras y ventas en general, a mediados de 1878 aparece como redactor, editor y propietario del Diario Mercantil; años más tarde, tendrá una agencia funeraria en la que ofrece “Precios al alcance del más infeliz, así como para dejar satisfecho al acaudalado”. María Corina Olavarría se mudaría a Valencia, pero el espíritu de caridad de los porteños no decayó y muchos se sumaron al sostenimiento del asilo. La compra de nuevos solares aledaños y otros productos de donaciones, permitieron ampliarlo notablemente con el frente hacia la calle Bolívar y salidas por las calles Sucre y Miranda.

En 1907, las hermanas Oronoz donarán la Gruta de la Virgen de Lourdes, incluidas una bella imagen y un nacimiento completo de tamaño natural. La gruta había sido construida años antes por Josefa, Mercedes y Antonia Facunda con el propósito de destinarla a perpetuidad para adorar en él a la virgen; sin embargo, manifestaban que no era posible continuar administrándola. Una nota aparecida en la revista literaria El Cojo Ilustrado, correspondiente al 1º de marzo de 1895, brinda detalles acerca de ella: “Muchos son los santuarios en el orbe consagrados á la virgen de Lourdes; pero según se asegura, ninguno como el de Puerto Cabello imita mejor al primitivo de Francia./ ​Es de mucho mérito y débese la iniciativa de la gruta, al señor general Pirela Sutil que pudo verla terminada. El ingeniero director de la obra fue el señor Luis Muñoz Tébar. El señor Pedro P. Sucre, se encargó de los trabajos de arquitectura./ La situación de la gruta que de suyo es pintoresca, se hace más notable por estar en medio de espaciosos jardines”. La revista trae dos fotografías de Alfredo L. Ramírez, que permiten admirar el interior de la gruta y el nacimiento en tamaño natural que allí se exhibía cada año. Existió también en la gruta otra capilla destinada a Sta. Ana, colocada allí por iniciativa y limosnas recolectadas por la Sra. Juana de Noblot. Según el Libro de la Historia y Cosas notables que conserva la beneficencia, además, el año 1918 se depositó en la “bóveda que hay en la Sacristía de la Gruta y donde está enterrado el Padre Enrique Ma Castro, los restos de la familia Oronoz que estaban en unas urnas pequeñas detrás de la Gruta hacía mucho tiempo”.

Muy recordados eran los bazares y procesiones que partían desde la gruta. En 1896, por ejemplo, se celebra con gran pomposidad el Triduo, por lo que se organizan peregrinaciones a la gruta de Nuestra Señora de Lourdes, adornándose las calles adyacentes y plaza Concordia, por donde tendría lugar la procesión proveniente de la iglesia del Rosario, entonces la iglesia matriz. Las celebraciones en los días del Triduo serán acompañadas por la música en la que participarán el coro dirigido por la Sra. Ascensión de Sauvage, y del que formaban parte numerosas señoritas de sociedad. Estas procesiones continuaron, al menos, hasta la segunda o tercera década del siglo pasado, principalmente animadas por Fray Eugenio Galilea. En tiempos más recientes, los bazares eran muy concurridos y el nacimiento de tamaño real una verdadera atracción para las familias porteñas.

La mudanza de la Beneficencia del Carmen a sus nuevas instalaciones en la urbanización Santa Cruz, lamentablemente, trajo consigo el abandono de su antigua sede. El nacimiento -según se nos ha informado- fue trasladado a la Iglesia de La Caridad- mientras que la histórica gruta sufrió grotescas modificaciones por arrendatarios inescrupulosos. Interesante sería, habida cuenta su valor arquitectónico y antecedentes, que la Congregación de las Hermanitas de los Pobres y la Diócesis de Puerto Cabello adelantaran una inspección y, de ser posible, promovieran una declaratoria de inmueble de interés cultural por parte de la cámara municipal, que permita explorar fórmulas para su eventual restauración.

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@PepeSabatino

 

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