Desde tiempos muy lejanos, la figura del cronista ha tenido un papel fundamental en la memoria de los pueblos.

Por tal razón, durante los 300 años en los que formamos parte del Imperio español, esta figura fue creada precisamente para registrar los acontecimientos diarios de cada ciudad de América.

Hoy en día esa figura sigue vigente en toda Latinoamérica y lamentablemente en Venezuela la misma ha sufrido graves problemas ya que gracias a la politiquería y la desfiguración ideológica se han destituido cronistas y se han nombrado otros cuyo único mérito es ser ficha del partido de gobierno. Pero el problema ya no solo está en ese punto sino ahora les ha dado por inventar la figura del “cronista comunal” una especie de mamarracho que desvirtúa totalmente la figura del cronista y el fin del mismo.

Otra cosa importante que hay que decir es que existe la falsa creencia de que los cronistas son solo para difundir los cuentos viejos de la ciudad y sus personajes. Nada más lejos de la realidad, la gente y los aspirantes a cronistas deben entender que para llegar allí y poder hacer una buena gestión deben tener un plan de trabajo que va mucho más allá de sentarse a echar cuentos. Un cronista debe gerenciar su cargo y debe trazar las políticas de trabajo de su despacho y por demás también ocuparse de la historia actual de la ciudad.

El cronista y su oficina debe ser también una oficina que vigile el patrimonio de la ciudad y la memoria histórica de ella así como difundirla a las nuevas generaciones.

Desconfigurar el cargo de cronista para promover cronistas comunales, de urbanizaciones y hasta de calles es la mayor demostración de ignorancia al concepto del mismo.

Para finalizar debo decir que desde la Academia de Historia del estado Carabobo le estamos haciendo un seguimiento muy de cerca a este asunto y aquella persona que sea electa cronista por politiquería no será reconocida por nosotros y mucho menos por la Asociación de Cronistas del Estado Carabobo.

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