Para situar a nuestro biografiado en la ciudad donde en 1931 inició su ejercicio profesional, debemos describir a la ciudad de Valencia para el entonces, y según sus propias palabras. “La integraban los Municipios  San Blas, El Socorro, Santa Rosa, Candelaria, Catedral y San José.  Hacia el norte la ciudad se extendía, unas tres cuadas más allá de la estación del Ferrocarril Ingles, hoy edificio del Rectorado de la UC, hacia el sur, moría en la Plaza Santa Rosa, con un molino de viento en su centro, y donde pastaba algún ganado vacuno y caballar pertenecientes a vecinos de dicha plaza”.

El alumbrado Público llegó a Valencia en 1889.  Quince años después de aquel tímido inicio, en 1904, un grupo de empresarios carabobeños encabezados por Don Carlos Stelling, constituyeron una empresa cuyo objeto, era la explotación de la electricidad como luz y fuerza, y compraron la pequeña planta de los norteamericanos. Esta primera empresa se denominó “Stelling y Compañía”. En 1908 se cambió el nombre a “Electricidad de Valencia C.A.

Para 1931, la población carecía de red de cloacas, la letrina era de uso común, de algunas viviendas se vertían aguas negras hacia las calles, el acueducto no empleaba cloro para potabilizar el agua, apenas un 40% de las calles estaban pavimentadas, muchas de tierra y otras empedradas. La Calle Puerto Cabello (hoy Diaz Moreno) fue pavimentada en 1925.

Funcionaba el Hospital Civil en el cruce de las calles Cantaura y Escalona, de manera precaria hasta 1936, cuando se dieron profundos cambios en su funcionamiento, en tiempos recientes, fue construida en sus terrenos, la sede del Palacio de Justicia; funcionaba para el entonces, la Casa de beneficencia del Estado, a cargo de las Hermanas de San José de Tarbes. La ciudad disponía, dependiente del Ministerio de Relaciones Interiores, de la Oficina Subalterna de Sanidad.

Las principales causas de muerte eran el Paludismo, la Tuberculosis y el Tétanos Infantil, además de enfermedades gastrointestinales  (parasitosis, y disentería amebiana). Las intervenciones quirúrgicas se practicaban en el domicilio del paciente, el parto era atendido en domicilio, por comadronas, la mayoría de ellas analfabetas y desconocedoras de las normas de prevención de complicaciones neonatales como el tétanos, el médico era llamado cuando existían complicaciones.

Para 1931 ejercían la medicina en Valencia los doctores, Napoleón Araujo, Diego Bautista Ortega, Nicolás Figueredo Boggio, Tulio Valeri Salas, Simón Arocha Pinto, Carlos Sanda, Ramón Sifuentes, Rafael Bellera Arocha, Emiliano Azcúnes, Gaspar Castrillo, Eduardo Henríquez, Rafael Navarrete Serrano, P.R Ochoa Sandoval, José Ángel Rivas, Víctor Manuel Lozada, Martín Alvizu, Simón Marrero, Luis Pérez Carreño (h), Carlos Ottolina, Francisco Ignacio Romero, Federico Lizarraga, Jorge Lizarraga, Jesus María Briceño Picón, Luis Ravelo Pérez, Rafael Guerra Méndez, Pablo Feo, Jesus María Arcay, Fabián de Jesús Diaz Bejarano,  y más tarde Renato Meca y Branger Semidey.

En algunas clínicas y consultorios se practicaban exámenes de laboratorio, de mano de los precursores de Laboratoristas Clínicos y finalmente Licenciados en Bioanálisis y hasta médicos algunos de ellos, asi se recuerdan a Jesus Ortega, Simón Arocha Pinto, Manuel García G., y Gustavo Tejera. Gran número de farmaceutas gozaban de prestigio y eficiencia; se destacaban Juan Eman, Gustavo Minguett, Temístocles López, Alberto Pérez Carreño, Francisco Ignacio Romero, Miguel Jerónimo Feo, Los hermanos Feo, Pancho Feo, Antero López Latouche, Alejandro Blaubach y Matías Manrique.

No existía para entonces  sociedad o agrupación que reuniera a las Miembros del Cuerpo Médico, pues la Asociación Médica de Carabobo en 1940, es fundada 5 años después de la muerte del General Gómez (1935). El Colegio de Médicos del estado Carabobo fue fundado el 28 de noviembre de 1941, e instalado en el Ateneo el 14 de marzo de 1942,  el discurso de orden, lo pronuncio el Dr. Fabián de Jesús Díaz y la Junta Directiva estuvo encabezada por el Dr. Emiliano Azcúnes como presidente, el vicepresidente el Dr. Humberto Soriano, y secretario el Dr. Manuel García G., tesorero Dr. Rafael Navarrete Serrano, y los vocales, los doctores, Domínguez Gallegos, Leopoldo Vizcarrondo, Manuel Antonio Ramírez, siendo designados como Presidentes Honorarios del colegio el Dr. Rafael Guerra Méndez y Jesús María Briceño Picón.

Hace 134 años, el 13 de junio de 1887. Se inauguró por primera vez el sistema de tranvías que atravesaría parte de la ciudad de Valencia, otorgándole a la ciudad un sistema de transporte moderno y único en su estilo y generándole tanto a los habitantes propios como a los visitantes foráneos la facilidad de trasladarse en unos vehículos impulsados por electricidad (al principio arreados por caballos), sobre rieles por las principales vías de la ciudad.

El Tranvía eléctrico cruzaba a la ciudad desde la estación de Camoruco y la calle 136, hasta EL Palotal, y Santa Rosa, calle Arvelo, y de este a oeste, de la Navas Espínola a la calle Colombia, desde la Soublette hasta la Uslar. También existía una vía desde el Hospital Civil (calle Cantaura), que alcanzaba a la vía de la Av. Lara.

En cuanto al transporte público descrito,  podemos señalar, que el primer servicio de tranvías eléctricos de la ciudad, entre la estación Camoruco y la Plaza Bolívar, fue inaugurado en diciembre de 1915, en 1918, había solamente una línea en funcionamiento, entre la estación ferroviaria de Camoruco en el norte, y la estación ferroviaria de San Blas al oriente de la ciudad. El depósito de tranvías estaba ubicado en la esquina de la Av. Bolívar (Antiguamente Camoruco) y la calle Arismendi, cerca de la estación terminal Cedeño del actual metro.

Se abrieron nuevas líneas de tranvías eléctricos hacia el poniente por las calles Colombia y Cantaura y hacia el sur por la Av. Bolívar Sur. En 1940 Tranvías Eléctricos de Valencia construyó una línea de trolebuses de 5 km en la Av. 100, entre el mercado en la calle 98 Comercio y la calle 155. Uno de los puntos iniciales que conectaba con el gran Ferrocarril de Venezuela se encontraba en la estación San Blas en la mencionada zona, atravesando la antigua Calle Real (actual Calle Colombia), sucediendo el primer cruce en la Plaza Bolívar, frente al antiguo Palacio Consistorial, que fuera demolido en 1926, pasando por el Paseo Camoruco, hasta culminar en la estación de Las Trincheras, y desde donde hacía conexión con el Ferrocarril que se dirigía hasta Puerto Cabello.

No cabe duda que el Tranvía Eléctrico de Valencia dio paso al avance tecnológico y vanguardista para la época, cesando su circulación en el año 1947. Un hito histórico en la ciudad recordado por los más arraigados a la historia de la Valencia de Antaño, y ese recurso, fue utilizado por los facultativos del entonces, para trasladarse al domicilio de los pacientes. Los primeros automóviles en la ciudad aparecen en 1917, y el primer autobús circula en 1925.

En el año de 1908, en el que llegaría a la Presidencia Juan Vicente Gómez, el día 15 de agosto, nace en La Candelaria, Valencia, Estado Carabobo, el segundo de los hijos del Capitán  Fabián De Jesus Diaz y Rosa Bejarano, de cuya unión nacerían Víctor, hermano mayor, Luis, Rosa Aurora y Domingo, el segundo de la prole, es nuestro biografiado: Fabián de Jesús Diaz Bejarano. Transcurrió su infancia en su ciudad natal, y recibió clases durante sus estudios en el “Colegio Don Bosco”, del ilustre Bachiller y gran poeta, José Gregorio Ponce Bello (1895 -1950). Cursando el Bachillerato, por su destacada trayectoria y dominio de las materias, obtuvo Cátedra en el Colegio Federal de Varones, compartiendo actividades con el Br. Hipólito Cisneros y el Profesor Rodríguez Lopez, en esa oportunidad enseñó Botánica, Zoología, Biología y Química Mineral y Orgánica.

Finalizado el bachillerato se trasladó a la ciudad de Caracas, a la Universidad Central de Venezuela, donde recibió en primer lugar, los grados de Bachiller en Filosofía y Letras, luego logra inscribirse en la Facultad de Medicina, sus maestros en dicha dependencia académica, fueron los integrantes de una planta profesoral de elevados quilates académicos: Domingo Luciani, José (Pepe) Izquierdo, Enrique Meier Flégel, Juan Ricardo Blanch, Inocente Carballo, Francisco Antonio Risquez, Armando Yánez, Jesus Rafael Risquez, Enrique Tejera, Hermógenes Rivero Saldivia, J.M. Romero Sierra, Luis Razetti, Eduardo Fernández, Beltrán Perdomo Hurtado, Leopoldo Aguerrevere y P.A. Gutiérrez Alfaro. Hombres que le enseñaron los secretos de la profesión, y con quienes contrajo compromiso de honor para toda su vida. Su Tesis doctoral presentada el 17/09/1930, fue titulada: “La ulcera gástrica y el problema de su tratamiento”. Para ese año se presentaron 32 Tesis Doctorales, y para el mismo día 17, cumplieron con el requisito académico, además de Fabián Díaz, los doctores Leopoldo Briceño Torres, José Trinidad Rojas Contreras y Roberto Villalobos.

Se gradúa a los 22 años de edad, en 1930, año centenario del fallecimiento de Simón Bolívar, y en que el Congreso de Venezuela aprueba una nueva Ley de Bandera, Escudo e Himnos Nacionales, y el Gobierno cancela la totalidad de la deuda externa del país.

Recibe el Título de Doctor en Ciencias Médicas de manos del famoso Dr. Plácido Daniel Rodríguez Rivero, Rector Magnífico de la UCV para el entonces.

Después de una breve temporada en Villa de Cura capital del distrito, Zamora del Estado, Aragua se traslada a Valencia, y llega a la casa de sus padres en la calle Rondón, entre la calle de La Paz y Carabobo, en esa casa instalaría su consultorio. Los médicos que en esa ciudad prestaban servicio para el año de su arribo (1931), ya fueron mencionados anteriormente, en los primeros meses de su llegada, se ausentaba de la ciudad, el Dr. Luis Pérez Carreño, quien hacía apenas 2 años se había residenciado en Caracas, junto al Dr. Atilano Vizcarrondo, “uno y otro habían escalado en Valencia la cúspide del ejercicio profesional y ambos habían contribuido a la elevación del concepto y la reputación del médico, y habían trabajado ardua y tenazmente por aliviar la insalubridad del medio, y paliar la pobreza de nuestros institutos asistenciales,” ambos son de acuerdo nuestro biografiado, acreedores al recuerdo permanente de Valencia.

Cinco años después (1935) contraería matrimonio con Paula María Carabaño Tosta, conocida como Chuchuíta (17 Enero1913 – 24 Mayo2015), distinguida dama de la sociedad valenciana y muy vinculada a la cultura, la Junta Directiva del Ateneo de Valencia, consagró su trayectoria con premio que lleva su nombre. De esta unión, nacerían Juan José (fallecido), Magaly, Fabián de Jesús y Gloria María Auxiliadora.

Incansable y acertada labor como historiador y cronista, demostrando pasión por los acontecimientos de su ciudad natal, de sus condiciones sanitarias y mediante impecable metodología historiográfica, se convirtió en el padre de la Historia Médica Carabobeña. Numerosas sus obras sobre la Medicina en la Provincia, fue electo el 7 de octubre de 1948 para el Puesto # 11 como Miembro Correspondiente Nacional de la Academia de Medicina por el Estado Carabobo, sucedió al Dr. Rafael Guerra Méndez. En el Índice Global de la Gaceta Médica de Caracas figura con cuatro publicaciones. Fue Médico Internista salvo breves paréntesis el primero de ellos en Villa de Cura donde fue Director “Ad honorem” del Hospital “Santo Domingo”.

Residió en su ciudad natal el resto de sus días. Alternó su ejercicio privado, que nunca abandonó, con cargos públicos, y en estos últimos ocupó elevadas posiciones. Fue Médico Jefe de la División de Sanidad Rural, 1951-1953; Director del Hospital Central de Valencia. Médico Higienista Escolar adscrito a la Unidad Sanitaria de Valencia; Médico Jefe por concurso del Servicio # 2 de Medicina del Hospital Civil, 1945. Prestó servicios en el ramo de Asistencia Social, entre ellos: Director de Asistencia Social del Concejo Municipal, Médico Inspector de los Institutos Asistenciales del Estado Carabobo; en la Cruz Roja y como Médico del IVSS. Promovió la constitución y fue Secretario de la Asociación Médica de Valencia y Director de la revista. Miembro de la Junta de Beneficencia del Distrito Valencia, 1941-1943. Miembro de la junta Asesora de Asistencia Social del Estado (1945). Secretario de la Liga Anticancerosa el Estado Carabobo. Miembro del Instituto Científico de Carabobo. Presidente del Colegio de Médicos de Carabobo. Miembro Correspondiente de la Sociedad de Venezolana Historia de la Medicina. Profesor de Historia de la Medicina en la Universidad de Carabobo, Cátedra en la que tuvo como colaborador al Dr. L.R. Medina Ortega. Recibió el Premio Anual “Dr. Guerra Méndez”, 1968. Fue además Presidente de la Sociedad Bolivariana y de los Amigos de Valencia, y la Asociación Pro-Venezuela le otorgó la Medalla de “Buen Ciudadano”, con gran orgullo y por decisión de S.S el Papa, recibió la Orden Pontificia “San Silvestre” con rango de Caballero, premiando así sus servicios a la Iglesia Católica.

Para entender el acontecer epidemiológico y el tipo de medicina practicada en el entonces, debemos recurrir a las crónicas del Dr. Fabián de Jesus Díaz Bejarano, de las que se desprenden lo que a continuación exponemos.

El primero de enero de 1897 abrió sus puertas el Hospital Civil, ubicado en los terrenos donde hoy existe el Palacio de Justicia, cruce de las calles Cantaura y Escalona, a un costo de 210.000 bolívares, y 38.000 para su dotación. En su etapa final contaba con 212 camas, en el ejercieron la profesión de médicos destacadas figuras de la medicina carabobeña, tales como Luis Pérez Carreño, Atilano Vizcarrondo, Manuel Quintana, Alfredo Celis Pérez, Fernando Guerra Méndez, Francisco Ignacio Romero, Lorenzo Araujo Ecarri, Víctor Yéspica, Manuel García G, Luis Correa Ávila, Julio Reyes Tellechea, Víctor Guada Alvizu y  Fabián de Jesus Diaz B, entre otros. Este hospital funcionó hasta mediados del año 1949, pues se hizo insuficiente para atender el número de pacientes, y fue demolido en 1955. Por primera vez en la historia médica carabobeña los cargos médicos fueron otorgados por concurso, precedido de una estricta revisión de credenciales y la aplicación de un baremo que garantizaría un equipo médico de elevadas condiciones profesionales y ciudadanas.

Cabe destacar que habiendo sido reelecto Dr. Fernando Guerra Méndez para ocupar la dirección del Hospital Civil, para el entonces, dicha institución benéfica era sostenido únicamente con fondos municipales, con una asignación mensual de 2000 bolívares del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social más un pequeño porcentaje de la lotería de Beneficencia Pública del Distrito Federal, los médicos y jefes de servicio devengaban un salario de 180 bolívares mensuales, los adjuntos, bolívares 120 y el cargo de médico director era honorífico.

El 30 de junio de 1949 fue inaugurado el Hospital Central de Valencia, cuyo primer director fue el ginecólogo de origen español, el Dr. José Luchsinger, y los médicos encargados del Servicio de Maternidad fueron los Dres. José Luis Facchin De Boni, Antonio José Escobar, José Manuel Isaac y Armando Arcay Solá, quienes inauguran la época de oro de la asistencia obstétrica institucional pública valenciana, consolidando la brillante trayectoria de quien sería considerado como el “Padre dela obstetricia Carabobeña Dr. Luis Pérez Carreño.

Debemos señalar que en la obra del Dr. Gutiérrez Alfaro, existe el dato de que para el año de 1954 existían en el país 2.683 camas de maternidad, de las cuales 100 pertenecían al Estado Carabobo, cifra que se incrementó a 491 camas para 1979. El Dr. Fabián de Jesus Díaz llegó a ser su Director y luego Jefe del Servicio número 1 de Medicina Interna.

La práctica de la medicina para el entonces era muy diferente a la actual, así recordamos para el tratamiento de las enfermedades causantes de las más elevadas tasas de morbilidad y mortalidad eran el Paludismo, la Tuberculosis, la fiebre Tifoidea, el Tétanos neonatal, y enfermedades Venéreas, el diagnóstico y tratamiento se basaba en una Medicina Hipocrática y en formulas galénicas, realmente una medicina heroica.

 Las calles de Valencia especialmente hacia el sur, se volvían intransitables durante el invierno y a su alrededor pululaban zancudos tipo Anopheles y menudeaban las primo infecciones de paludismo, la Candelaria y Santa Rosa eran centro gran endemicidad palúdica.

En 1942 vino el doctor Arnoldo Gabaldón a dictar una conferencia a el cuerpo médico de Carabobo y así establecer algunos lineamientos para el manejo de la malaria, se usaba la quinina por vía intramuscular profunda región glútea estas inyecciones eran muy dolorosas y hacían frecuentes los gruesos focos inflamatorios que muchas veces terminaban en abscesos. En casos graves, las Sales de Quinina, eran administradas por vía intravenosa. Cuando se elegía la vía oral, se suministraba un purgante salino para despachar las vías digestivas, se comenzaba luego la administración de la quinina en cápsulas, sellos o pastillas, cada 7 u 8 horas, que luego se espaciaba cuando  desaparecían los accesos febriles, a cada 12 horas, se utilizaban la inyección intramuscular el bromhidrato y el valerianato, en los casos de cefalea palúdicas, neuralgia y neuritis del mismo origen,  en una segunda etapa se recurría a los arsenicales y ferruginosos, todo por la vía oral. En la semana subsiguiente los viejos facultativos recurrían al vino de quina de Labarraque y al el vino de quina La Roche. Se agregaron algunos productos la Atebrina, el Aralen y la Plasmoquina.

En cuanto a la tuberculosis, los viejos médicos apelaban a la historia médica de la familia, el diagnóstico se fundamental mucho en los antecedentes familiares y en la evolución misma del proceso,  la confirmación mediante Rx y cultivo de esputo se logra con la aparición del Dispensario Antituberculoso a cargo de los doctores Victoria Yéspica y Carlos Ortega en 1937. El médico apelaba a la vieja medicación Hipocrática frente al enfermo de tuberculosis, recomendando reposo, alimentación sana y abundante, habitación aireada, clima suave y una conversaciones escasas, y siempre que estuviese dentro de las posibilidades económicas del enfermo, trataba activar su traslado a poblaciones rurales de buen clima, en Valencia se escogían de preferencia La Entrada, Naguanagua, y Los Teques, (Estado Miranda) se consideraban los sitios de elección. La terapéutica apelaba a los hemostáticos si había amenaza de hemoptisis, a los ferrosos, a los recalcificante, y a los sedantes de la tos, en los primeros lugares estaba el aceite de hígado de bacalao. Al tratamiento también se agregó el neumotórax y la toracoplastia.

La conducta que regularmente se observaba frente al cardiópata descompensado, era la siguiente: administración inicial de un purgante drástico, algunos preferían una mezcla salina de sulfato de sodio y sal de higuera, otros apelaban al catártico compuesto de aguardiente alemán, la tintura de Xalapa compuesta, y después iniciarían la digitaloterapia, bien con la infusión de hojas de digital o la, digitalina cristalizada, y agregaban  a la dieta hiposódica y el reposo, el cloruro amónico era empleado como diurético.

En cuanto a la Fiebre Tifoidea está terrible enfermedad ocupaba, uno de los de los primeros lugares entre las enfermedades de carácter endémico solía aparecer en pequeños brotes en el curso del año. Desde la Inspectoría de Higiene, el doctor Guerra Méndez afirmaba (1910) que, en caso de amenaza de brotes, aislar a los enfermos, enterrar sus excretas después de haberlas desinfectado con una solución al 1 por 1000 de sulfato de cobre, y hervir el agua de tomar. Se hacía mucho hincapié en la necesidad de combatir las moscas.  Las dos complicaciones más temidas eran la hemorragia y la perforación intestinal, se presentaban a partir de la segunda semana,  se hacía uso de la vacunoterapia solo en la primera semana, también en estos primeros 7 días, bajo la influencia del síndrome de infección intestinal, el médico indicaba Alumel, la gruesa mayoría de los médicos indicaba para combatir la hipertermia, la balneoterapia, el enfermo se mantenía en la penumbra y se recomendaba el silencio a su alrededor.

Las modernas instalaciones de cloronización a nivel de plantas de tratamiento en el acueducto de la ciudad, fueron erradicando prácticamente la Fiebre Tifoidea del área urbana. Pesado tributo pagó la juventud tanto en Valencia como en Caracas.

En cuanto a las enfermedades Venéreas, debemos mencionar la Blenorragia en primer término, por sus consecuencias así como por la serie de complicaciones que la acompañaban y el médico de hoy, no alcanza, a comprender, trágico llegar a registrar la persistencia de la uretritis hasta por 4 y 8 semanas, entonces surgían la cistitis y la prostatitis, así como la orquiepididimitis, que obligaban a reposo absoluto. Una complicación muy frecuente como dolorosa generalmente acompañada de fiebre alta era la monoartritis blenorrágica, su sitios de elecciones en el hombro, la rodilla, la articulación de la muñeca y del tarso en todos. En estos casos se administraba la vacuna anti gonocócica por la vía venosa. Los balsámicos, de que era prodiga la farmacopea francesa, aliviaban el escozor y el dolor de la micción en la fase inicial, pero golpeaban crudeza el estómago del paciente que regularmente los rechazaba. Las viejas uretritis generaban estrechez de la uretra, que llegaban a la la obstrucción total de la uretra, seguida de abscesos peritoneales, que debían abrirse, produciendo pus de una penetrante fetidez, siendo el médico general o en su defecto el cirujano general, quién se abocaba a este proceso dilatación gradual de la uretra, este último practicaba muchas veces la uretrotomia como paso previo a la dilatación.

En el caso de la sífilis los facultativos recurrían al uso del Salvarsan y del Neosalvarsan de estricta administración endovenosa, en la Sífilis Secundaria se apelaba Cianuro de Mercurio endovenoso, o de su derivado para la vía intramuscular, así como los preparados derivados del bismuto.

La atención de partos, era a domicilio, y estaba fundamentalmente en manos de comadronas, por lo general analfabetas, no controladas por ninguna institución sanitaria. No se cumplían consultas prenatales y el médico era requerido, cuando el periodo expulsivo se prolongaba en demasía o cuándo surgía un problema de presentación en el feto,  ejecutaba en la casa de la parturienta, al igual que la versión por maniobras internas, o la aplicación de fórceps, o la extracción manual de placenta, el médico se encargaba igualmente anestesiar a la parturienta, lo que se llevaba a cabo apelando al Cloroformo a la Reina. No obstante de tales circunstancias, era bajo el índice de infecciones puerperales y en caso de presentarse, en la terapéutica de esa grave complicación, aún se utilizaban los lavados intrauterinos con cánula de doble corriente, la vacunoterapia, los metales coloidales y el absceso de fijación.

El gran impulso recibido en la especialidad de la Obstetricia, sería dado por el Dr. Luis Pérez Carreño (1866-1966), alcanzando fama y gran difusión sus publicaciones en el año 1901 y 1909, acerca de las cifras estadísticas vinculadas con la maternidad, higiene de los partos y otros, que sin duda lo bautizan como el Padre de la Obstetricia Carabobeña, siendo considerado el Dr. José Luis Facchin de Boni como el precursor de la obstetricia moderna en Carabobo.

Para el tiempo en que el doctor Fabián de Jesús Díaz ejercía su profesión de médico, las únicas especialidades en ejercicio eran la Oftalmología y la Otorrinolaringología, en la primera destacaba la figura señera del Dr. Rafael Navarrete Serrano, y en la segunda los doctores José Ángel Rivas y Víctor Manuel Losada. Para el año de 1932 esta especialidad tuvo un impulso considerable con la presencia del Dr. Alfredo Celis Pérez, a cuyo cargo se desarrollarían los primeros postgrados en la especialidad.

Sin duda alguna, Fabián Díaz, es el escritor, cronista, historiador más fecundo de Carabobo,  y orador insigne, pertenece a la Venezuela Médica y la Venezuela Cultural de los tiempos contemporáneos. Intelectual valenciano por excelencia, su descripción corresponde a lo que Jean Meyer, el célebre historiador y geógrafo francés describió  como historiador: “Mucho más que un doctor, mucho más que un académico, es una persona amable y prodigiosa que ha generado una obra inmensa”

Existe en Valencia una Plaza que lleva su nombre y debería llamarse mejor “Parque Dr. Fabián de Jesus Diaz Bejarano” que en un area privilegiada de la Urbanización Prebo, comparte con la “Galería Braulio Salazar” de la Universidad de Carabobo, como construyendo un binomio: Historia y Cultura, además existe un Módulo de Atención Primaria (CDI), que lleva su nombre.

Su desposorio con el silencio eterno en pos de la vida espiritual y bajo el manto de María Auxiliadora, su herbolario escondió su última flor de luz, el 6 de enero de 1988, debido a complicaciones postoperatorias de una afección intestinal, a la que se sumaron posibles fenómenos tromboembólicos. Su fecunda trayectoria, hasta ahora no alcanzada por ningún otro escritor,  perdurará en letras doradas de la Historia Médica de Carabobo, que sin duda dirán que, mencionar su nombre es hablar de Historia de la Medicina, del devenir histórico de una ciudad y de sus gentes, y de un profesional de la medicina que demostró que el estudio unido al recto proceder cívico, constituyen la mejor manera de hacerse ciudadano y ejemplo para las generaciones futuras.

Epílogo

Aún conservo en mi cuaderno de apuntes de Historia de la Medicina, al final de la carrera de medicina, las palabras del Dr. Fabián de Jesús Díaz, cuando dictó la clase inaugural de dicha asignatura, “El tiempo tiene noches sin memoria, son espacios que devoran el tránsito vital de los seres humanos que no trascienden, a pesar de su gran labor hacia sus semejantes, debemos rescatar de esa desmemoria de los tiempos, los grandes avances de nuestra Ciencia y a los médicos que sacrificaron sus vidas por la salud de sus semejantes”

Nuestro biografiado puede ser calificado como el Historiador por Excelencia de la Medicina en Carabobo, como Biógrafo Emérito de Médicos, además de gran estímulo académico para que nosotros sus alumnos, intentásemos recorrer el camino dejado por él.

Médico, profesor universitario e historiador. Escritor, cronista, historiador. Nos lega un fabuloso aporte al estudio de la ciudad con su libro “Gentes y Cosas de Valencia” y la más rica historiografía de la Medicina en Carabobo. Como profesor fundó y dictó las cátedras de Historia de la Medicina y Deontología Médica, en la Universidad de Carabobo. Igualmente participó en la creación de la Escuela de Enfermeras Francisco Antonio Risquez, de Valencia, donde ejerció la docencia. Desempeñó funciones políticas, al ser designado miembro del Concejo Municipal del Distrito Valencia (1939-1940), y diputado al Congreso Nacional por el estado Carabobo (1937-1940). Ejerció la dirección de la Revista de la Asociación Médica de Valencia y de los Anales del Colegio de Médicos de Carabobo. Como escritor se ocupó de asuntos propios de su profesión y de investigar y dar a conocer la Historia de la Medicina en Venezuela, cultivando una gran amistad con otro de los grandes médicos historiadores, como fue el Doctor Ricardo Archila. No escaparon a su brillante pluma, médicos del Estado Cojedes.

Sus exalumnos lo definen de esta manera: Todo un Perfecto Caballero de trato cordial y respetuoso, de mirada franca, directa y bondadosa. Acostumbraba en algunas tardes visitar al padre Ricardo Alterio Laponte (1910 – 1974), con el que caminaba, por los patios del “Colegio Don Bosco”, en amena conversación, marcha que detenían bajo la Campana del Colegio, para intercambiar miradas en el punto más importante del dialogo, observándoles, desde las gradas del patio, me dije: Allí marchan dos grandes hombres, uno cura las almas y otro es sanador de cuerpos… Por siempre le rendiremos el más elevado tributo como Excelso Docente de nuestra universidad y Padre de la Historiografía Medica Carabobeña.

Fuentes Consultadas:

  1. Allen Morrison.Los Tranvías de VALENCIA Venezuela

http://www.tramz.com/ve/va/vas.html

  1. Colmenarez Arreaza, G., Lopez J.E., Briceño Iragorry L. Doctores en Ciencias Médicas egresados de la Universidad Central de Venezuela desde 1875 hasta el 2007.

https://www.yumpu.com/es/document/read/14954843/doctores-en-ciencias-medicas-egresados-de-la-universidad-central-

  1. Valencia Pasado y Presente. Imágenes de diversos colaboradores,

Facebook. https://www.facebook.com/groups/1080860312288968

  1. Diaz B. F de J. 50 años de Medico.1930 -1980. Ediciones del Colegio de Médicos de Carabobo.Talleres Repromul. Valencia 1980.
  2. Diaz B. F de J. Gentes y Cosas de Valencia. (2 tomos) Ejecutivo del Edo. Carabobo, Secretaría de Educación y Cultura, 1975
  3. Diaz B. F de J. Vida e Historia de la Medicina en La Provincia (Tomos I y II). Talleres Gráficos de París en América. Sec. Educación. Cultura (Edo. Carabobo). Valencia. 1966 y 1969
  4. Diaz B. F de J. Biografía del Dr. Luis Perez Carreño.1866 – 1966. Talleres Gráficos de París en América. Valencia. 1966.
  5. Diaz B. F de J. Los Hospitales de Carabobo. Talleres Gráficos de París en América. Valencia.1980
  6. Diaz B. F de J. Medina-Ortega. LR. Manual de Historia de la Medicina.
  7. Historia orgánica de la primera Universidad de Valencia, 1893-1904: evolución de la medicina en Carabobo Universidad de Carabobo, Dirección de Cultura, Dpto. de Publicaciones, 1974 – 146 páginas
  8. Diaz B. F de J. Médicos cojedeños. San Carlos: Talleres Tipográficos del Estado Cojedes, 1978;
  9. Diaz-Carabaño. F. Comunicación personal 2022.
  10. Galíndez L. Historia de Valencia (1901-1950). Tomo II. Talleres EGN Comunicaciones. 1990.
  11. Sosa-Olavarría. A. Historia de la Obstetricia en Carabobo. Ediciones Universidad de Carabobo. Premio Dr. Luis Pérez Carreño.

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