Construido por los españoles a mediados del siglo XVIII, situado en el cruce de las calles Colombia y Soublette, es considerado el inmueble más antiguo que tiene Valencia. De tapias y tejas, con patio y amplios corredores reproduce el modelo del hospital colonial hispanoamericano. Existe constancia de su construcción en la visita del obispo Fray Francisco del Rincón a la ciudad y a su iglesia parroquial el día 25 de mayo de 1715, “después pasó a la ciudad de Nueva Valencia, Visito su Parrochial y Hospital que se está construyendo,…”

Fue el único centro asistencial que tuvo la ciudad hasta el siglo XX. Tenía una capacidad de alrededor de ocho camas  para el año de 1768.  Cuando la visita del Obispo Martí, el 23 de marzo de 1783, tenía siete pacientes, habiendo dispuesto el señor Obispo que se ocuparan hasta ocho camas fijas  (en oportunidad había llegado a quince)

PERSONAL

El personal se componía de la siguiente forma: Un médico con un sueldo de 150 pesos anuales. Un practicante cuyo sueldo era de 60 pesos anuales y comida y una cocinera con 84 pesos anuales y comida como retribución.

El hospital era administrado por un Mayordomo, quién designaba al médico, entre quienes ejercieron la mayordomía se encuentran: Luis Rodríguez de Guzmán, luego Antonio Gregorio Landaeta y a Luis José Windevoxhel, quién se desempeñó hasta finales del siglo XVIII.

Entre los médicos  que ejercieron en este centro cabe mencionar a: Diego Pereira,  cirujano romancista, nacido en Caracas. Para 1795 actuaba como Cirujano del Batallón de Pardos de Valencia, de él son  las primeras disposiciones de higiene pública dictadas en nuestra ciudad.

Juan Saubeny.  Fue también Cirujano del Batallón de Pardos.

Mateo Saubens, Ejercía como Cirujano de La Compañía Guipuzcoana, cuando aceptó el nombramiento de médico del Hospital de Valencia, fue también Cirujano del Batallón de pardos y blancos de Valencia. Renunció a sus cargos en el año 1794.

Pedro de Deo. Médico francés sustituyó a Saubens en sus funciones, tuvo problemas a raíz de los sucesos de la revolución francesa, por haber sido denunciado como antimonárquico ante el gobierno español, pudo demostrar su inocencia y reincorporarse a sus cargos. Murió en 1795 en el desempeño de sus funciones.

El hospital fue utilizado para distintos fines, sobre todo debió estar abandonado durante la época de la Guerra de Independencia. En sus habitaciones se reunió el Congreso de 1812, en el periodo del 16 de marzo al 6 de abril. Clausurando sus sesiones frente a la amenaza de las tropas de Monteverde que se acercaban a la ciudad.

En el año de 1830, se reunió el Congreso Constituyente que separo a Venezuela de la Nueva Granada y eligió al General José Antonio Páez como Presidente de Venezuela. En otras oportunidades había servido como Hospital de Sangre y como cuartel.  En él se instaló el Colegio Nacional de Carabobo, el día 5 de julio de 1836.

HOSPITAL DE CARIDAD

Motivado a los decretos del Presidente Guzmán Blanco en 1874, que efectuaron profundos cambios en la administración de los hospitales, el Hospital de San Antonio de Valencia pasó a depender del Concejo Municipal del distrito, y cambia su denominación a Hospital de Caridad, término utilizado para su denominación desde hacía muchos años, el Teniente de Valencia Don Antonio Manzano en 1768, hace referencia a él como Hospital de Caridad.[3] Casi simultáneamente a estos cambios,  el Presidente eleva el Colegio Nacional de Carabobo a Colegio Federal de Primera Categoría, y su sede, el Convento de San Buenaventura, sufrirá  importantes modificaciones, de esta época data su segundo piso y las transformaciones de la fachada. Se convertirá con el tiempo en sede de la Facultad de Derecho y emblema de la Universidad de Carabobo.

Los estudios superiores habían seguido un curso regular desde 1852 en donde los estudiantes de los últimos años de la carrera médica frecuentaban el hospital, allí se realizaron las primeras intervenciones, así como se inició el uso del cloroformo, dando origen a la anestesia en nuestra ciudad. El descubrimiento del éter, fue comunicado al mundo el 18 de noviembre de 1846, en un artículo publicado en el “Boston Medical and Surgical Journal”[4] y un año después se introdujo el cloroformo. Una de las intervenciones realizadas en este hospital fue recogida para la historia por el doctor José Antonio Zárraga (quién había sido discípulo de Vargas) en las páginas de un folleto titulado “Lecciones de Clínica Quirúrgica Dedicado a los Estudiantes del Colegio Nacional de Carabobo”. Relativo al caso de una litiasis vesical de un paciente intervenido el día 12 de mayo de 1856, bajo anestesia clorofórmica, este medio fue descubierto en 1831-32, y presentado a la Sociedad  Médica de Edimburgo en 1847 por James Young Simpson, quién lo había utilizado por primera vez. La fuerte oposición y dificultades hacia su empleo cesaron virtualmente, luego que la Reina Victoria, fuera intervenida mediante el cloroformo en 1853.[Su uso en el hospital valenciano se produce, a 9 años de la presentación a la sociedad médica y a tres años de su uso en la Reina de Inglaterra, lo cual marcó su generalización.

El Dr. Zárraga, operaba acompañado de Horacio Cassaire, realizaban variadas intervenciones entre ellas: amputaciones de miembros, curas de fístulas rectales, enucleación del globo ocular, hemorroidectomías, y dilataciones uretrales mediante el cateterismo gradual. En esta etapa, los actos quirúrgicos se realizaban con mayor frecuencia y era regular la presencia de estudiantes, los cuales se denominaban practicantes, quienes aumentaron sobre todo a partir de la apertura de la universidad de Valencia en 1893.

Se realizaban allí una serie de conferencias, de exposiciones semanales de carácter contradictorio a cargo del profesorado de medicina de la Universidad, lo que aumentó la función docente de aquel instituto, y en sus salas se utilizó por primera vez el microscopio en nuestra ciudad.[6] La Universidad Poseía dos uno grande de tres objetivos y uno pequeño, además de una lupa de gran aumento.[7] Recordamos que el primer microscopio fue utilizado en Venezuela por Alejandro de Humboldt, y el Dr. José María Vargas, es el primer médico venezolano en usarlo, poseía dos que dejó a la Universidad según su testamento[8].  El Hospital de caridad se completaba con la Casa de Beneficencia construida hacia su parte oeste, para la reclusión de los desamparados. Puesta en servicio por el Dr. Laureano Villanueva cuando fue Presidente del Estado, en 1890.

MÉDICOS LIGADOS AL HOSPITAL DE CARIDAD

Dr. Manuel María Zuloaga.

Considerado cofundador de los estudios médicos en Carabobo, Natural de San Joaquín y radicado en Valencia desde 1845. Ejerció aquí la medicina por casi cuatro décadas, murió en 1882. Era el médico con más clientela en Valencia y sus alrededores. Había escrito sobre el cólera y sobre las fiebres del Lago de Valencia.

Luis Pérez Carreño.

Graduado en la Universidad de Caracas. En 1891, alcanzó la condición de médico más reputado del Estado. Ejerció también el Derecho como miembro de lo Corte Superior de Justicia  de Carabobo. Como médico había mostrado predilección por la Obstetricia, siendo profesor de esta asignatura en el Colegio Federal de Primera Categoría y en la Universidad de Valencia.

Dr. Manuel Quintana.

Director del Hospital de Caridad, cirujano osado. Había regresado de París recientemente y traía la imagen de los hospitales y de la medicina francesa, estudió allí los procedimientos de asepsia y antisepsia. Operaba con inusitada frecuencia tanto en el Hospital de Caridad, como en la Casa de Beneficencia. Estableció la Sociedad Médico-Quirúrgica de Carabobo, en unión de José Rafael Revenga. Fue amigo de Arturo Michelena, quién nos dejó su figura en magnífico dibujo a lápiz. En carta del pintor a su madre desde París, fechada el 15 de abril de 1887, escribe la siguiente  información acerca de sus amigos médicos: “Los Doctores Quintana y Llanos i el compañero Rojas buenos todos.” El Dr. Llanos, a quién a hace alusión  es el doctor Luis Llanos Ágreda, nacido y  con ejercicio en Valencia, fue médico de cabecera del General Hermogenes López y quién firmó su defunción en 1898.

También estuvieron en la última década del Hospital de Caridad: José Rafael Revenga, quién es el cirujano más caracterizado del cuerpo médico de la última década del siglo pasado. Medardo Medina, Diego Plaza Madriz, Atilano Vizcarrondo, Virgilio González Lugo, Virgilio Herrera, Manuel Antonio Fonseca, Eduardo Celis,  Miguel Ángel Pazquez, y Manuel Cárdenas.  Sobresalieron en la Universidad, Carlos Sanda, Rafael Guerra Méndez, Rafael Manuel Iturriza, Faustino Figueredo y Lorenzo Araujo.

Con la entrada en servicio del nuevo Hospital Civil,  inaugurado el  1º enero de 1897, pero desatada la epidemia de viruela  en 1898, se utilizó como hospital para su control y entró en servicio  al público algún tiempo después de terminar ésta, el hospital de caridad perdió importancia, a lo que se sumó posteriormente, en 1903 el cierre de la Universidad de Valencia por el régimen de Cipriano Castro,  comenzando su declinar que terminó con su cierre tal vez en la primera década del siglo XX.

Fue utilizado como sede de institutos de ayuda al niño, por lo cual en alguna oportunidad se conocía como “Casa Cuna”.

Estuvo abandonado y sirvió como depósito durante muchos años y en peligro de ser demolido.  Fue salvada su edificación casi en los últimos momentos por la acción decidida del Centro de Historia de Carabobo, quién logró su clasificación como Monumento Nacional  y posterior restauración. Haciéndose justicia con un inmueble tan meritorio, que calmó los dolores y brindó consuelo, cuando consuelo era lo único que podía darse a tantos valencianos.  Fue hogar de los estudios médicos, y cobijó los sueños independentistas de 1812, y las actitudes de 1830, quizá ingratas o de incomprensión o matizadas también por el miedo, pero de donde salió la República de Venezuela. Es nuestra historia y como decían los griegos “Ni los dioses pueden modificar el pasado”. La mentira sólo puede falsearlo por un tiempo.

CAUSAS DE MUERTE EN EL HOSPITAL DE CARIDAD.

En 1998 realizamos un estudio sobre las causas de muerte del Hospital de Caridad,[9] creemos que la mayoría de los datos estadísticos de los viejos hospitales están perdidos, sin embargo utilizando como fuente la información del registro civil, pudimos darnos una idea de la mortalidad de aquel hospital y de la patología más frecuente e importante en aquellos días.   Los resultados fueron los siguientes, en cuanto a la mortalidad  en cinco años, de 1882 a 1886 fue de 545 casos, con un ascenso que, comenzando con 54 casos el primer año, es triplicado a los cinco años, lo que hace suponer que existía un constante aumento del número de pacientes, y una numerosa afluencia de pacientes a la consulta externa de dicho instituto.  El sexo masculino tuvo el doble de la incidencia sobre el femenino.

De las causas generales de muerte, observamos que la tuberculosis, flagelo del siglo pasado ocupó el primer lugar, seguido por alteraciones gastrointestinales y enfermedades inflamatorias. En cuanto a la distribución etaria,  la prevalencia se evidenció en el grupo de 21 a 30 años con 120 casos,  seguido del de 31 a 40 años, con 110 casos. La juventud pagaba tributo a las viejas plagas: desnutrición, enfermedades inflamatorias y tuberculosis. Hoy a las puertas del año dos mil, estos viejos guerreros han detenido su retirada y miran hacia atrás amenazantes, quiera Dios que no retornen su furia contra la humanidad.

Estos datos nos permiten tener una visión del trabajo del hospital. De sus diagnósticos, se evidencia el trabajo clínico y la cultura médica y científica. En algunos casos permite suponer la actualización de conocimientos, como por ejemplo el diagnóstico de Delirium tremens, de muy  reciente uso en aquellos años. En síntesis podemos decir que la medicina aplicada en el Hospital de Caridad de Valencia, estuvo a tono con los conocimientos médicos de su época.

En los “apuntes estadísticos del Estado Carabobo”, realizados porla Dirección de Estadística del Ministerio de Fomento en el año económico de 1873 a 1874. Cuando se refiere a beneficencia, dice lo siguiente: “Existe en la ciudad de Valencia un Hospital de Caridad… Hoy existe con solo veinte enfermos, un médico, un contralor, un practicante y sirvientes. El Concejo municipal no atiende a esta casa como debiera hacerlo y ni siquiera ha podido refaccionar por completo el hermoso edificio”.[10]

REVISTAS MÉDICAS DEL HOSPITAL DE CARIDAD.

En la obra que recoge su investigación titulada: “Valencia.  Política, Positivismo y Religión a finales del siglo XIX y comienzos del XX”. (2010)  Iván Hurtado León,  destaca la importancia de las revistas médicas del Hospital de Caridad de Valencia, las cuales fueron consideradas y Declaradas de utilidad pública mediante decreto del Presidente del Estado Carabobo, el día 24 de noviembre de 1893. Dicho autor realizó el hallazgo de dos ediciones de la “Revista Médico-Quirúrgica de Carabobo” en la Biblioteca “Tulio Febres Cordero” de la Ciudad de Mérida, las revistas corresponden a Diciembre de 1893 y Enero de 1894, dichas revista fueron microfilmadas y reproducidas en su obra en cuestión.  En el ejemplar de noviembre de 1893, el artículo central trata sobre la “Periodicidad bajo el trópico” del Dr. Manuel a. Fonseca. En el ejemplar de enero de 1894, destaca como artículo central el del Doctor Luis María Llanos A. (Ágreda) “Contribución al Estudio de las Enfermedades del corazón” y trae también de un artículo del Doctor Luis María Cotton “Indicaciones y contradicciones en el tratamientos de las caries dentales”.

Estas publicaciones, nos ponen de manifiesto el movimiento científico que existía en aquel hospital, intensificado por la creación de la Universidad de Valencia,

EL HOSPITAL CIVIL DE VALENCIA.

El Hospital Civil de Valencia fue el resultado de una necesidad sentida por el gremio médico de Carabobo ante las ya insuficientes salas del Hospital de Caridad. Motorizaron la idea los doctores Luis Pérez Carreño, Atilano Vizcarrondo y Manuel Quintana, quienes lograron; gracias a su entusiasmo, la acción conjunta de todos los poderes de Valencia. Era gobernador el General José Félix Mora, quien con pasión se adhirió al proyecto del nuevo hospital.

La Asamblea Legislativa, el 28 de febrero de 1895, decretó: “La fundación en esta ciudad de un Hospital Civil del Estado con capacidad suficiente para doscientos enfermos”. Se creó igualmente una Junta Directora, compuesta por médicos y ciudadanos, la cual estaría encabezada por el Presidente del Estado, dicha junta debería levantar el plano del edificio, éste debía satisfacer todos los adelantos médicos de la época, igualmente seleccionarían el sitio adecuado para levantar la obra. Se escogió una explanada conocida como el Hemiciclo, que corresponde hoy al cruce de las calles Cantaura y Aránzazu, terreno adquirido y donado por la Municipalidad de Valencia, y el Ejecutivo firmó contrato para la construcción con la Empresa Torres de la Ville y Compañía.

Los trabajos comenzaron y ya el 15 de diciembre de 1896, en el número 120 de la revista “El Cojo Ilustrado” vemos  fotografías de la construcción del hospital, donde evidenciamos su fachada bastante adelantada.[11] Y el primero de enero de 1897 se procedía a su inauguración.

[1] Díaz, Pbro. Luis Manuel.  (2010) “Origen a la devoción a Nuestra Señora del Socorro de Valencia”. Edi. LitoStar. Valencia, Venezuela.

[2] Archila R. Ob Cit, p 118

[3] Galindez Luisa.  Ob cit.  p.11

[4] Bishop W.J. Cirugía Historica Ed. Mateu.Barcelona.1963. pp 258-9

[5] Bishop  W.J. Ob Cit. pp262.

[6] Díaz Fabián de Jesús. Los Hospitales en Carabobo. Tip. París en América, Valencia 1980 p12-13.

[7] Inventario de la Universidad de Valencia. Editado en Valencia en 1897.  Se encuentra en la oficina del Cronista, Revisamos el ejemplar con Don  Luis Cubillán  F.

[8] Beyer, Helmut K. Reflejos sobre la Historia del Microscopio.Rev.Fund.J.M.Vargas.Vol.XI Nº 1.  P.19

[9] Mandry Ll. Enrique J. Las Causas de Muerte del Hospital de Caridad y de la Casa de Beneficencia. VII Congreso Venezolano de Historia de la Medicina. Valencia. 1998.

[10] Apuntes Estadísticos del Estado Carabobo.  Ed. Oficial,  Imp. Federal. Caracas, 1875. P.56.

[11] Rev. “El Cojo Ilustrado” Ed. J.M. Herrera I. Nº 120. Caracas p. 935