INTRODUCCIÓN

El próximo12 de noviembre, todos los fieles cristianos católicos valencianos y carabobeños, quienes estamos en sintonía y en comunión con el Papa Francisco, celebramos los 40 años de la elevación de la Diócesis de Valencia a la categoría de Arquidiócesis, cuyo acontecimiento sucedió con el V Obispo de Valencia, el Excmo. Mons. Luis Eduardo Henríquez (1972-1990), en el pontificado del Papa Pablo VI. ¿Qué significó este acontecimiento para esta Iglesia particular que peregrina en estas tierras? ¿Cuál fue su repercusión que trajo este nuevo hecho eclesial en su vida apostólica y social? Ciertamente que fue un acontecimiento religioso, un signo de la madurez de una Iglesia viva y siempre en salida, con una sola misión: evangelizar la cultura y encarnar el evangelio en los corazones de los hombres y mujeres.

Ante este hecho histórico-eclesial de la elevación de la Diócesis al rango de Arquidiócesis, más que un privilegio alcanzado en el otorgamiento de un título honorifico, representó un reconocimiento de su larga trayectoria histórica como Iglesia diocesana de más de medio siglo de existencia con abundantes frutos pastorales y con gran una repercusión a nivel nacional. Ya la región valenciana se venía dando un crecimiento vertiginoso de una población rural a una población urbana técnico-industrial, junto con el estallido de nuevos retos para la evangelización, debido a su ubicación territorial como lugar económico estratégico del resto del país. Con esta transformación de la sociedad carabobeña, la Iglesia adquiría un nuevo liderazgo y nuevas experiencias en comparación con otras diócesis vecinas.

En grandes rasgos queremos presentar, en forma estadística, el crecimiento de esta Iglesia; aunque los frutos espirituales (La santificación de los fieles) no se miden ni se clasifican en números, sin embargo la Iglesia sigue siendo una institución humana insertada en medio de la sociedad.

I.- SEDE EPISCOPAL DE VALENCIA

La Diócesis de Valencia fue creada el 12 de octubre de 1922, junto con las diócesis de Cumaná, San Cristóbal y Coro; este año ya arribamos a sus 92 años y vamos rumbo a su primer centenario de existencia. Esta nueva Iglesia diocesana se desprendía de la sede Arzobispal de Caracas. Se iniciaba con 26 parroquias, y tres de ellas pertenecían al Estado civil de Yaracuy. Luego se le anexaron 5 parroquias más del Estado civil de San Carlos. Su primer Obispo Mons. Francisco Antonio Granadillo (1923-1927) le tocaba iniciar la organización de la naciente Iglesia particular, y para esto contaba para el trabajo apostólico sus primeros colaboradores: 23 sacerdotes diocesanos, 20 religiosos de cuatro congregaciones (Capuchinos, Salesianos, Agustinos y Las Salles) y 40 religiosas de tres congregaciones (San José de Tarbes, Hnas. de los Pobres y Franciscanas del Corazón de Jesús). Se atendía 3 iglesias filiales, 4 colegios católicos, 3 asilos de ancianos, dos casas de beneficencias y dos hospitales. Se abrían las puertas de un nuevo Seminario Menor Diocesano (1925) y se creaba una nueva parroquia Santa Rosa de Lima (1926).

Con el segundo Obispo, Mons. Salvador Montes de Oca (1927-1934), se sumaban al trabajo pastoral dos congregaciones más (Los Pasionistas y las Siervas del Santísimo Sacramento). El ímpetu evangélico de este joven obispo lo llevó en poco tiempo visitar toda la diócesis. Logró conferir el Orden Sacerdotal a 3 religiosos salesianos y a 4 sacerdotes diocesanos. Pero Dios tenía previsto en sus planes divinos regar con su sangre de martirio el comienzo de esta Iglesia diocesana. El tercer Obispo, Mons. Gregorio Adam (1937-1961), dará un gran impulso a ese crecimiento con la organización de la diócesis iniciada por el primer obispo. Es el gran defensor de la apertura de la Universidad de Carabobo. Aumenta el número de colaborares: 32 sacerdotes diocesanos y 78 religiosos. Se incorporan 5 nuevas Órdenes Religiosas (Paules, Claretianos, Redentorista, Escolapios y Carmelitas) y la Prelatura Opus Dei, y 11 nuevas congregaciones femeninas (Agustinas, Salesianas, Capuchinas, Dominicas, Hnas. del Santo Ángel, Siervas de Jesús, Hnas. Reparadoras, Hijas de los Sagrados Corazones Jesús y María, Misioneras de la Inmaculada Concepción, Hnas. de los Ancianos desamparados y Hnas. Amantes de Jesús y María).Para la década de los 50, la Diócesis tenía 49 parroquias y 33 Capillas. Creaba 15 nuevas parroquias. Florecen 15 colegios parroquiales esparcidos por toda la diócesis. Decreta tres Santuarios Diocesanos (las parroquias.: Catedral, Borburata y Naguanagua). Realiza el Primer Sínodo Diocesano. Llegó a ordenar 14 nuevos sacerdotes diocesanos. Le debemos el título de “Nuestra Señora del Socoro” al Seminario Diocesano de Valencia.

En el tiempo de la renovación del Concilio Vaticano (1962-1965), se inicia el pontificado de Mons. José Alí Lebrún Moratinos (1962-1972). Soplaban nuevos cambios en la Iglesia Universal en el mundo contemporáneo. Se iniciaba la actualización de la liturgia y la mayor participación del laicado. Impulsó el trabajo social con la creación de Cáritas de Valencia y la asistencia espiritual a los trabajadores. Se incorporan al trabajo apostólico nuevas congregaciones: Padres Franciscanos, los Maristas, los Reparadores del Sagrado Corazón de Jesús, los Operarios Diocesanos, los Padres Maryknoll; en las femeninas: Hijas del Cristo Rey, Hijas de María Madre de la Iglesia, Hijas del Patrocinio de María, Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, Teresianas y las Paulinas. Se crearon 10 nuevas parroquias, en su mayoría en la zona sur de Valencia. Se desprendía del territorio eclesiástico que comprendía la Iglesia valentina 2 nuevas diócesis: San Felipe (1966) y San Carlos (1972). Llegaron a ordenarse 8 nuevos sacerdotes. Mons. Lebrún tuvo la oportunidad de celebrar los 50 años de la diócesis. Ya muchos fieles católicos soñaban y gestionaban que la diócesis fuera elevada a la dignidad de Arquidiócesis.

II.- SEDE ARZOBISPAL METROPOLITANA

El V Obispo Mons. Henríquez recibe la diócesis en una sociedad convulsionada con múltiples problemas sociales. Su reto era formar bien en la sana doctrina a los futuros pastores y así como toda su grey, según el espíritu renovador del Concilio Vaticano. El 12 de noviembre de 1974 se promulga el Decreto Papal “Quo gravius”, donde la Diócesis de Valencia recibía el rango superior de Arquidiócesis, y preside 2 diócesis, conocidas como sufragáneas Maracay y San Carlos. El Obispo recibe el título de Arzobispo Metropolitano. En su discurso en la sesión solemne de la Legislatura de Carabobo, el 3 de diciembre de 1974, en homenaje de dicha elevación eclesiástica, resumía las razones de este gran acontecimiento:

A vista de todos, Valencia y Carabobo crecen y se dilatan, y no sólo en el campo económico y técnico, sino igualmente en el campo de la ciencia y la cultura. Tiene a legítimo orgullo de ser tierra donde florecen los más altos valores del espíritu; tierra de grandes escritores y poetas, de grandes pintores y escultores; de sabios y de notables cultores de la historia, el derecho y la medicina. Tierra de empresa y de empuje, pero tierra también en que el trabajo labra las más finas filigranas del espíritu; tierra igualmente fecunda para los valores religiosos y morales, tierra donde ha florecido la santidad, donde seglares insignes han sido paradigma de las más altas virtudes cristianas; vivero de notable número de religiosas y sacerdotes, humildes, laboriosos, de recia personalidad, que configuraron el aspecto espiritual de nuestra tierra… ; de aquí brotaron Obispos que fueron prez y honra de nuestra Iglesia venezolana… Razón tuvo Valencia para aspirar y esforzarse, desde hace muchos años, para que esta tesonera labor espiritual y moral de seglares, religiosas y sacerdotes se viera coronada con la dignidad Arzobispal” (Presencia, Vol. XXXVII, Noviembre-Diciembre, N° 240, p.49).

El acto de elevación se cometió el 2 de febrero de 1975, y se convertía así Mons. Luis Eduardo Henríquez, el Primer Arzobispo de Valencia. En su pontificado se hizo acompañar por dos obispos auxiliares, creaba 9 nuevas parroquias, y una vicaría pastoral. Convoca el segundo Sínodo Diocesano. Elevó el Seminario Menor a Seminario Mayor, con los estudios de Filosofía. Creó el Centro Vocacional “Mons. Salvador Montes de Oca”. Llegó a consagrar 25 nuevos sacerdotes diocesanos, 5 sacerdotes operarios y 2 salesianos, y un Diacono Permanente.

Como II Arzobispo de Valencia le tocaba a Mons. Jorge Urosa Savino (1991-2005), quien va darle un gran impulsar la acción pastoral a la Arquidiócesis con los cinco departamentos pastorales (Catequesis y Evangelización, Juvenil, Social, Familiar, y Vocacional). Se incorporan a la actividad pastoral 6 congregaciones religiosas (3 masculinas: Hijos de la Sagrada Familia, Fraternidad Misionera de María, La Asociación Servi Trinitatis; y 6 femeninas: Religiosas de la Caridad del Cardenal Sancha, Hnas. Marianitas, Catequistas de Lourdes, Hnas. Marta y María, las Marianitas, y Carmelitas Descalzas). Se desprendió de nuestra Iglesia particular una nueva Diócesis la de Puerto Cabello (1994), y pasa a ser Iglesia sufragánea de la Arquidiócesis. Se construyó en el Municipio de San Diego, el hermoso edificio del Seminario Arquidiocesano donde se preparan los futuros sacerdotes. Creó la Escuela de Teología en el Seminario Mayor de Valencia. Consagró 34 nuevos sacerdotes diocesanos y 8 religiosos. Activó el trabajo de Cáritas de Valencia con el programa “Comparte Tu Pan”, con 40 comedores populares. Decretó el “Día del Niño por nacer”. Fundó 8 nuevas comunidades parroquiales, una Vicaria pastoral que luego erigió como cuasiparroquia. Inauguró y bendijo más de 56 iglesias o capillas y 16 casas parroquiales.

Actualmente con el III Arzobispo de Valencia, Mons. Reinaldo Del Prette (2007- ), sigue el crecimiento de las comunidades parroquiales y se han creado 6 nuevas parroquias y dos cuasiparroquias. Ha consagrado 29 sacerdotes diocesanos y 9 religiosos. La Arquidiócesis posee 66 parroquias, 30 institutos católicos de educación, 4 ancianatos, 3 orfanatos, 14 ambulatorios y 9 consultorios. Hace poco se activó la Vicaría de los Derechos Humanos. Es una Iglesia que posee un clero joven y dinámico, y dispuestos a trabajar en la pastoral con los nuevos cambios que sufre la sociedad actual. Nos encontramos con un laicado preparado doctrinalmente y con deseos de aportar en el trabajo pastoral lo mejor en sus diversos carismas. En esta nueva etapa de la evangelización, llamada así por el Papa Francisco, la Iglesia carabobeña está llamada a revisar su misión profética en medio de esta sociedad compleja y heterogénea, en su compromiso con los más pobres, y el servicio que puede y debe prestar a las instituciones civiles en la formación ético-moral de la conciencia de la persona y de la familia.

CONCLUSIÓN

Vamos camino a la celebración del primer centenario de existencia de esta Iglesia diocesana. Ya el Arzobispo Metropolitano, Mons. Del Prette, ha convocado al clero valenciano a trabajar y proyectar en todas sus actividades pastorales un tiempo de preparación ante los nuevos retos de la evangelización. Se busca lograr que el dinamismo pastoral de la Arquidiócesis sea más orgánico, amplio, participativo y efectivo. Nadie puede sentirse ni estar exento a esta prepararación y celebración. Surgirán nuevos proyectos pastorales para la transformación de una sociedad más justa y más fraterna, a la luz del Evangelio de Jesucristo. Pero sobre todo, esta Iglesia tendrá la oportunidad de manifestar su inmensa gratitud por todos los fieles cristianos, sacerdotes, obispos, misioneros, religiosos y religiosas, catequistas y seglares que han hecho posible esta Iglesia de Cristo. ¡Que el Espíritu Santo siga guiando esta Arquidiócesis bajo la protección de la Santísima Virgen del Socorro de Valencia! Amén.

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