Cada vez que uno está revisando documentos de carácter histórico se reafirma el hecho de que la Historia es una ciencia y que se debe tomar con la seriedad que corresponde en la cual siempre uno tiene la oportunidad de descubrir cosas nuevas.

Para la época de la hispanidad y luego de la Independencia, Carabobo se caracterizó por tener dentro de su potencial agrícola la siembra del añil y que dichos cultivos estaban ubicados hacia los lados del lago de Valencia.

Pues bien, revisando unos documentos del año 1828, nos encontramos que hacia el lado norte de la ciudad también existía el cultivo y proceso del añil en la zona del antiguo “Camoruco” y “Naguanagua”, lo cual estaba generando muchos problemas en la salubridad que afectaban a los habitantes de Valencia.

Recordemos que el añil era cultivado porque de él se podía obtener colorante azul que era exportado y en cuya fabricación se utilizaba la lejía y gran cantidad de agua. Por tal razón, quienes se dedicaban a esa actividad industrial y rudimentaria se instalaban en las cercanías del río para utilizar el agua y también botar los desechos.

Esto traía como consecuencia efectos muy negativos para la población, dado que eran productos tóxicos y ocasionaban trastornos a los peces del río y quejas de los valencianos porque no podían bañarse ni recoger agua del mismo.

Por tal razón, el Cabildo de Valencia en su sesión del 8 de julio de 1828 ordenó a los alcaldes de dichas parroquias que tomaran medidas sobre el asunto, que inspeccionaran a los hacendados que laboraban con el añil para que no vertieran los desechos en el río de la ciudad porque ocasionaba un problema de salubridad.

A esta información hay que agregarle que el problema del añil en la ciudad no fue exclusivo del siglo XIX, pues para el año de 1787 hay documentos que también informan sobre esa situación y en donde por cierto se menciona el oficio de “peluquero”.

Como podemos ver, estas son esas pequeñas historias de nuestra ciudad que además de resultar interesantes son hasta simpáticas.

 

 

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