Introducción

En la evolución del discurso histórico nacional, ha existido una gran variedad de posibilidades, en la cual  han sido explorados los diferentes momentos y procesos, señalando la motivación que escogieron los investigadores en escoger los mismos.  El método más utilizado es la periodificación de los discursos y la comparación con otros, es decir, con historiadores de escuelas representativas, nos referimos a la historia de la historiografía.

La historiografía venezolana que prevaleció oficialmente como valedera, desde finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX, fue una raigalmente positivista de origen contemporáneo y neopositivista rankeana donde los más relevante del enfoque historiográfico es el desmedido culto al dato empírico y al acontecimiento protagonizado por el Caudillo decimonónico o por líder de masas de la moderna  partidocracia. Es en el balance historiográfico, donde el historiador puede generar las herramientas necesarias para construir un discurso propio. Así es como se abordará a uno de los hombres más polémicos, descalificados y poco estudiados de la Venezuela Republicana entre 1830 y 1875, se trata de el general Julián Castro Contreras. Un hombre de orígenes humildes, del cual no se tiene clara su fecha de nacimiento, ubicándola diversos historiadores  entre 1805 a 1810, en la población de Petare, ubicada en el actual estado Miranda. De poca educación formal , abraza la carrera de las armas de Colombia muy joven, de la misma generación de Ezequiel Zamora y de Juan Crisóstomo Falcón , transita  por una vida llena de altibajos, conflictos, traiciones, triunfos, logros y fracasos personales y políticos, hasta su defunción en Valencia el 12 de junio de 1875.

Básicamente, la mayor parte del poco material historiográfico relacionado con Castro, se ubica en el periodo comprendido entre 1858 y 1860. Esta disposición  responde a la posibilidad de encontrar los mayores contrastes en los escritos que se ocupan de su figura y en los documentos en los que se sustenta el discurso histórico sobre este personaje.

Se  analizaran los discursos históricos sobre Julián Castro de historiadores del siglo XIX, tales como Francisco González Guinan y Luis Level de Goda,  del siglo XX como José Gil Fortoul y Laureano Vallenilla Lanz; posteriormente el discurso de historiadores como Ramón Urdaneta, Guillermo Morón, Torcuato Mánzo Nuñez, Federico Brito Figueroa, Luigi Frassato y Diego Bautista Urbaneja , finalmente las nuevas tendencias revisionistas del discurso histórico como es el caso de Tomas Straka

Castro entre la oscuridad , la indiferencia y la condena

Muy escasa es la obra escrita, historica o literaria,  que existe sobre Julián Castro. Esta situación pareciese motivada a la expresión de una historiografía prejuiciada, concebida y escrita con criterio de los extremos de la clase dominante tanto liberal como conservadora, para de una manera en muchos de los casos poco objetiva, calificar por una parte y obviar por la otra las actuaciones de un personaje que interpretó las necesidades de su contexto y momento histórico, buscando en una etapa crucial de la historia patria, crear un equilibrio entre dos facciones irreconciliables; y tratando de evitar que una o la otra dominaran y se sintieran dueñas absolutas de los logros de la Revolución Marzo de 1858  y  la Constitución de consenso social creada por la Convención Nacional de Valencia.

Contribuye a esto el silencio que produce tratar a este personaje y las omisiones y medias verdades que existen en torno a Castro, el poco interés de la mayor parte de la intelectualidad venezolana, que lo califica de traidor, bárbaro, canalla y hombre que personifica los instintos de una plebe acomplejada y ruin.

De manera casi unísona, la mayoría de los historiadores tradicionales  califican a  Julián Castro como un elemento gris y que poco hay de interés en su obra y trayectoria en lo político y personal, por una parte pero por la otra  valoran a Castro como eficiente guerrero, y se le indilga  un paradigma de valor militar, única virtud en la que todos los historiadores coinciden.

Siglo XIX

La historiografía Venezolana del siglo XIX, analizando las obras de  Gonzalez Guinan y  Level de Goda,  le dan a Julián Castro un tratamiento hasta cierto punto equilibrado. Estos historiadores tienen la particularidad de haber sido contemporáneos con Castro asi como adversarios políticos en esos momentos pre Guerra Federal y posteriormente aliados durante la Revolución de Abril y la llegada al poder de Antonio Guzmán Blanco.

En este sentido, González Guinan (1954), expresa sobre Castro cosas como estas:

Castro de humilde origen, recibio una instrucción muy rudimentaria, y niño aún abrazó la carrera de las armas bajo aquellas administraciones regulares y discretas que tuvo la República después de su organización en 1830. Desde el primer momento reveló marcada disposición por la carrera de las armas, que por algún tiempo vió truncada por haberse enrolado con algunos jefes superiores en la maldada revolución de 1835. Educación descuidada, instrucción pobre, modales ásperos, carácter duro, espíritu malicioso y conciencia elástica, tales eran las condiciones morales de este militar. Por lo demás, conocía la carrera que había abrazado; era táctico, era valiente, era perseverante y muy capaz para engarzar con la punta de su espada la corona de la victoria. Pero faltábale la ilustración, y con ella el don de gentes, la reflexión filosofica, el claro discernimiento, la virtud de la resistencia y el ciego amor al deber. (p.112)

De igual manera expresa Gonzalez Guinan:           

El General Julián Castro, servidor del General Monagas y luego Jefe de la Revolución de Marzo, no pudo sostener el bello programa de ésta. La Convención de Valencia violo escandalosamente ese programa y un movimiento reaccionario armado vino a ser la consecuencia de tales errores. Luego vaciló el General Castro entre sus antiguos y nuevos amigos políticos, y una conjuración de los conservadores lo depuso primero del Ejecutivo y luego lo sentó en el banco de los acusados para darle por triste galardón una declaratoria de infidencia.(p. 127).

Los conceptos de Gonzalez Guinan, dan una idea muy general del personaje y no se detiene a analizar y escudriñar en sus  motivaciones ni aspectos específicos. Se podría explicar esta posición, en el sentido que Gonzalez Guinan mantuvo una cierta relación de amistad con Castro y su familia. El mismo historiador menciona en su autobiografía, que para 1858 el comenzó a trabajar como escribano en la Gobernación de la Provincia de Carabobo, posición que ocupó por intermedio de recomendación de que su padre hizó al Gobernador quien era su amigo; el gobernador era Julián Castro.

Ya en la época Guzmancista,  Gonzalez Guinan mantiene contacto con los hijos de Castro, Ramón y Julián Castro Briceño, quienes para la década de 1870 residían en Bejuma, y eran fervientes miembros del partido guzmancista.

Por su parte, Level de Goda (1954), siendo contemporáneo y opositor a Castro, le da al personaje un tratamiento bastante objetivo; ya que el autor se sumerge en el contexto de la época, a los efectos de entender y real valorar los procesos históricos y sus personajes, en este sentido comenta Level de Goda con respecto a Castro lo siguiente:

Así como el general Julián Castro era en Carabobo y en parte del centro, el militar más notable al servicio del gobierno, en el occidente lo era el general Juan C. Falcón: ambos habián surgido durante las guerras civiles de los oligarcas contra los Monagas; Castro más capaz que Falcón como militar, éste con mejores condiciones sociales. (pag.57)

Igualmente comenta Level de Goda, ya con relación al juicio que le hizo a Castro en 1860: 

¡Que juicios aquellos……! Se presentaron como pruebas contra Castro, cartas que le habian dirigido federales, pero no se presentó una contestación siquiera. Ese juicio no tenía razón de ser, y así lo manifestó en el Congreso el señor Fermín Toro, hombre honrado, quien con su brillante palabra se atrevió a defender al general Castro. Pero fue declarado traidor, y él y sus ministros extrañados de Venezuela. La convención de 1858, le había dadó a Castro el titulo de eminente ciudadano, y dos años después, casi los mismos hombres, el mismo partido, en un Congreso lo declaran traidor. Quedó, pues, el general J.Castro como eminente traidor. (pag.316)

Siglo XX positivista

Jose Gil Fortoul  

Laureano Vallenilla Lanz

Mario Briceño Iragorry y Mariano Picón Salas

Siglo XX  marxista

tal es el caso de Federico Brito Figueroa (1975), quien señala lo siguiente:

La revolución de marzo se inicio con el General Julián Castro a la cabeza. Este “turbio militar” de turbios antecedentes y turbios ascensos, como lo calificaba Ezequiel Zamora, era un simple instrumento de la “taimada oligarquía” caraqueña, que concibió y realizo el golpe por intermedio de sus ideólogos mas representativos (p.274).

Siglo XX otros autores y tendencias

Así lo califican por los hechos de 1859 que lo llevan a perder el poder y ser condenado como traidor. Cabe entonces preguntarse como un individuo así calificado por gran parte de la historiografía venezolana, tuvo tal  protagonismo, en este sentido comenta Diego Bautista Urbaneja (1988): 

El régimen surgido de la Revolución de Marzo se revela como una restauración conservadora. Ello se muestra cuando Julián Castro, Presidente de aquel frágil gobierno, da a mediados de 1859, confusas señales de estar dispuesto a pactar con los federalistas, cuyo movimiento había estallado en febrero de ese año. Castro es entonces desplazado del poder – en una cadena de hechos de la que no está ausente un cierto cómico surrealismo – y es sustituido por un gobierno muy conservador, presidido por Manuel Felipe Tovar. (p.82)

Por su parte, Morón, G. (2003), señala que la desgraciada fama de este Presidente se anunció en la voz de las quintillas de un poeta satírico, quizás del tremendo Rafael Arévalo, la cual reza:

Donde la nación somete a juicio publico a Castro, quien cuenta su vida desde los años de infancia en Petare, hijo de Julián Pérez – el loco – hasta la fecha de la sentencia dada i publicada i notificada en la Capital de la Republica a los 24 días del mes de Diciembre de ano del señor 1858. Es, desde luego una sátira; pero se convierte en documento histórico por cuanto nombra a los protagonistas con todas sus letras. Por ejemplo, indica su matrimonio con una hija natural de José Laurencio Silva (aunque parda era estimada – honesta y muy recatada). (P.96)

Nuevas tendencias

Es hacia finales del siglo XX cuando comienza en Venezuela con pretensión de rigurosidad los estudios e investigaciones serias, fundamentadas metodológicamente, sobre la historia de las mentalidades, vida cotidiana, historia oral, historia regional y microhistoria. De modo que ya entre 1980 y 1990 los historiadores venezolanos afincaban su interés teórico en el método y la revisión de los procesos y personajes históricos como es el caso de Pino Iturrieta e Inés Quintero entre otros.

En la actualidad Straka desarrolla

La exacta valoración de un personaje como Castro debe hacerse tomando en cuenta la persuasión política, los éxitos militares, sus aspectos familiares, la traición de turbios políticos que lucharon a su lado y ascendieron a la sombra de sus favores.

Nunca se ha hecho una profunda explicación de personajes que la historia oficial desecha y excreta, más aún cuando un hombre de extracción humilde asciende en medio de muchos inconvenientes apremiado por su momento histórico. Los estudiosos del siglo XIX venezolano, algunas veces no han profundizado en el estudio de personajes negativamente marcados, dedicándose solo a citar y recopilar lo ya escrito. Sobre un personaje como Castro, que fue protagonista de eventos y procesos políticos militares cruciales en la historia republicana del país, no hay que conformarse en repetir y citar lo ya publicado; hay realmente una mina de documentos y material hemerográfico en los archivos y bibliotecas del pais, que permiten revisar las tendencias historiográfica al respecto , y con seguridad  darle una más exacta interpretación y valoración al personaje.

Conforme lo antes expuesto, bien vale la pena dar un ejemplo de lo expresado:

Cuando Julián Castro en su alocución de despedida de la División Carabobo en 1848, hace loas y halagos a el general Jose Tadeo Monagas y a su ideal de libertad; se trata de un Castro convencido y partidario de los ideales de libertad é igualdad entre los hombres esbozado por el liberalismo monáguista contra la reacción oligárquica, en un momento, pero en otro momento, cuando el mismo Castro acepta encabezar la Revolución de Marzo de 1858, a pesar de estar ocupando un alto cargo en la administración monaguista, se percata que todos esos ideales por los cuales lucho entre 1846 y 1848, habían cambiado.

Para 1858 , José Tadeo Monagas se ha convertido en un autócrata continuista, que había hecho modificar la Constitución de 1830, a los efectos de perpetuarse en el poder, además de haber hecho del país un feudo personal, sin darle posibilidades a más nadie que no fuese de su familia o de su entorno. Este es otro Monagas, indudablemente no es el Monagas de 1848 al cual Castro juro servir hasta la muerte. Pero llegó el momento en que su conciencia y la presión de un contexto y momento histórico, que presionaba un urgente cambio en el pais, llevó a Castro a dar el paso, con el propósito de rescatar al país de una gestión de gobierno desconfigurada que ya no soportaban más ni liberales ni conservadores.

Julián Castro era liberal, ese liberal de los ideales del 48 y 49; nunca dejo de ser liberal. Los eventos que lo vinculan con los conservadores tenían características estrictamente coyunturales, nunca estructurales en su convicción política. La idea era un gobierno de coalición un gobierno mixto que se conformara en torno a una Convención Nacional a los efectos de rescatar y delinear un país para todos los sectores del pais.

Conclusión

Hablar de traiciones en nuestra evolución política como nación independiente, no implica una marca contra alguna individualidad como ser despreciable, sino más bien forma parte del devenir histórico político de nuestro país. En nuestra historia podríamos hablar de una genealogía de la traición: Bolívar traiciona a los españoles, Bolívar traiciona a Miranda; a Bolívar lo traicionó y derribó José Antonio Páez; a Paez lo traicionó y tumbo José Tadeo Monagas; a éste lo traicionó y echo del poder general incondicional Julián Castro; a Castro lo derrocó y prendió Manuel Felipe Tovar, por traidor a la causa del orden, nos preguntamos cual orden , se puede contestar que es el orden de unos pero no de todos y de una nación; a Tovar lo derrocó Páez, y paremos de contar.

El  siglo XX no fue distinto, Gomez traicionó a su compadre Cipriano Castro tanto como Pérez Jiménez lo hiciera con Rómulo Betancourt, su socio en la asonada de 1945 o como el mismo Chávez lo hizo con Carlos Andrés Pérez; ósea que se esta presente en una constante de la dinámica política de Venezuela.

En el devenir contemporáneo de nuestra nación la historia se repiensa sobre supuestos más plurales; por tanto más democráticos. Una pluralidad plurisignificante busca, nuevos espacios de aceptación de la no muy numerosa comunidad de historiadores venezolanos.

Finalmente, es necesario que los historiadores asuman responsable y críticamente la impugnación de la falsa legitimidad y del manuable prestigio conceptual del discurso histórico que prevalece en nuestro presente. Por esta razón no se debe negar el carácter doctrinario y evangelizante, que exhiben los enfoques históricos, que hacen lo imposible por instituirse y dejarse aceptar oficialmente como la última y única justificación de lo real.

En la historia siempre habrá cosas que decir!

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