El general en jefe Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, en su corta pero fructífera vida de apenas 35 años, dejó para sí y para la posteridad varias denominaciones, tales como: El Abel de América, el Prócer más puro de la independencia americana, el Pionero de la Ingeniería Militar de Venezuela, el representante de la juventud venezolana, el primero en aplicar el Principio de Autodeterminación de los pueblos, el Caballero de la Historia y para este tema el Precursor del Derecho Humanitario Internacional.
Al retroceder las páginas de nuestra historia, estudiamos que Bolívar durante el desarrollo de la Campaña Admirable iniciada en Cúcuta el 14 de mayo de 1813, a su paso por Trujillo, el 15 de junio emitió su Proclama de Guerra a Muerte, a causa de las violaciones del Derecho de Gentes y capitulaciones por parte del ejército realista. El 1ro. de enero de 1820, España se vio sacudida por el alzamiento en Cádiz de los comandantes Rafael Riego y Antonio Quiroga, quienes obligaron al rey Fernando VII acatar la Constitución de 1812,
Siete años después, precisamente en Trujillo, se realizaron las conversaciones y discusiones a partir del 21 de noviembre de 1820, para concretar los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra; el jefe realista Morillo, había designado como emisario al general Ramón Correa, El Libertador designó al general de brigada de 25 años Antonio José de Sucre,; los Tratados fueron ratificados por Bolívar y Morillo el 27 de noviembre, los cuales sellaron con un fuerte abrazo en Santa Ana de Trujillo. Sucre puso de manifiesto su magnanimidad y diplomacia para llevar a feliz término estas importantes deliberaciones que permitieron humanizar la beligerancia, permitir el canje de prisioneros, no llevar los conflictos bélicos a las poblaciones, rendirle honores a los fallecidos y la atención de los heridos en combate, los cuales no se deben considerar como prisioneros de guerra.
A la única persona a quien el Libertador le escribió una biografía fue a Sucre en febrero de 1825, documento denominado “Resumen sucinto de la vida del general Sucre”, refiriéndose a esta actividad dijo: “Este Tratado es digno del alma de Sucre, él será eterno como el más grande monumento de la piedad aplicado a la guerra”.
Con los tratados de Trujillo, Sucre se adelantó 44 años a la creación del Comité Internacional Cruz Roja y 45 años a los Tratados de Ginebra.
Continuando la gesta emancipadora, Sucre logró en Pichincha “Cima de la Libertad”, el 24 de mayo de 1822 un resonante triunfo contra las fuerzas realistas del general Melchor Aymerich, a quien le ofreció en el fuerte Panecillo una honrosa capitulación, aplicando su doctrina de “Gloria al vencedor, honor al vencido”. En Ayacucho, “Cumbre de la gloria americana”, derrota con su talento y estrategia el 9 de diciembre de 1824 al invicto ejército realista, ofreciendo en el mismo campo de batalla al general José de Canterac, representando al Virrey José La Serna, herido en la acción militar, vencido mas no humillado, una capitulación, que a juicio de los historiadores internacionales, es “la más honrosa que se conozca en los anales de la humanidad”.
Nuestro ilustre cumanés, no hacía el bien por capricho, sino porque le era imposible actuar de otra manera, su doctrina estipulaba que “la victoria no concede privilegios”.
Luego de triunfar el 29 de febrero de 1829 en Tarqui contra la insensata invasión del Perú a Ecuador; en la población de Girón emitio el 1ro de marzo con su carácter humanitario el “Convenio de Girón”.
Durante la realización del Congreso Internacional de Historia realizado en 1980 en la ciudad de Bucarest, a proposición del eminente abogado ecuatoriano Jorge Salvador Lara, Sucre fue designado por unanimidad “Precursor del Derecho Humanitario Internacional”. Razón tenía doña Mariana Carcelén y Larrea, viuda de nuestro paisano cuando dijo: “Corazón más puro que el de Sucre, no ha palpitado en pecho alguno”.