Vaya con la pregunta. A cuya explicación más vale escoger estrategias. Cuando me ha tocado suelo decir que la Historia es una tradición intelectual de más de 25 siglos que nace en la Grecia clásica. Goza de esa nobleza. Pero a veces se me olvida señalar que hace, igualmente, parte de las Humanidades (las disciplinas relacionadas con la cultura humana). De la llamada parte espiritual de la cultura por oposición a la parte material. Campo en el que reunida con la Filosofía, la ciencia, la literatura y el arte, le corresponde a la Historia la memoria de los portentos civilizatorios, fruto de la andadura humana del _homo sapiens_ –llamado así por Linneo– en este planeta.

En el aula se suele comenzar por la etimología de la palabra. Historia viene del griego y de dos palabras próximas: «itopia», que significa “investigación” o “información”, y del verbo «itopeiv», con significado de “investigar”; esto es: un conocimiento adquirido por investigación. El primero que utilizó la palabra “historia” con este significado tan actual fue Heródoto, quien vivió entre el 484 y el 425 a.C., y fue el primero en el mundo occidental (un concepto cultural) en no mezclar los relatos de las acciones de los hombres con hechos mitológicos, como lo hacían los logógrafos. Por esta razón, se le considera el padre de la Historia. ¡Vaya gloria!

Viajero impenitente, Heródoto visitó Mesopotamia, Egipto, Fenicia… lo que le sirvió de mucho para escribir sus “Historias”, que versan sobre las primeras Guerras Médicas (griegos versus persas), pero también sobre las cosas que vio y las costumbres de los pueblos (geografía y etnografía). Esta obra de Heródoto, de buena prosa y precisión en los hechos concretos, sin relato lineal y con* *digresiones, a la manera de la Ilíada, es de un gran valor histórico y literario. Así fue saludada por Aristóteles, lo que ya es mucho decir.

Sus fuentes son orales y escritas. Heródoto advierte que no cree todo lo que le cuentan y se muestra crítico con las fuentes escritas, que toma de los logógrafos, los presocráticos y literatos. Se afirma en Hecateo, un logógrafo muy avanzado que diferencia entre lo histórico y lo mitológico. Refiere a los poetas, a Homero, Esopo, Solón, Safo, Píndaro y Anacreonte… y cita hasta escritos en lenguas extranjeras que los críticos (la Historia se hace acompañar de estos señores) han encontrado con defectos de interpretación. En fin, hay que decir que la Historia de Heródoto lo es más del presente que del pasado.

En esta capítulo fundacional, no hay que dejar de referirse a Tucídides, gran historiador, pero tal vez convendría ocuparse de él _in extenso_, si se quiere, cuando se aborden cuestiones del método histórico. Algunos lo señalan como el padre de la Historia científica. Pero esto crea cierta confusión. Abordarlo por separado hace que resulte más útil y se lo disfrute mejor. Creo.

Pero para cerrar este aparte no está de más decir que la palabra “historia” nos viene del latín. Y que entre los romanos la Historia fue entendida como relato de hechos pasados, como testigo del tiempo, mensajera de la antigüedad, Historia de la guerra, así lo dejan ver unos cuantos escritores romanos, Cicerón, Plinio, Polibio, Tito Livio, Julio César…

Y por supuesto que con esto no acaban la cosas. Recuérdese que se trata de una tradición de más de 25 siglos. Pero claro que la Historia, y su propia historia, por ser parte de la cultura, en particular como una de las formas del conocer humano, es un «bocatto di cardinale», pero también puede resultar un plato indigesto para quien equivoque el menú, y quiera lo que no puede digerir. Seguro.