Palabras del Lic. Luis Cubillán Fonseca, Individuo de Número y Expresidente de la corporación

I.

Hoy, es un día especial en esta ilustre Academia,

dos muy calificados colegas de una nueva generación, pasan de uno al otro la dirección académica. Tanto el Presidente emérito Doctor Carlos Cruz Hernández, como el Presidente aclamado Doctor José Alfredo Sabatino Pizzolante, quien desde hoy regirá los destinos de la Institución, pertenecen a una misma generación. Ambos, fueron llamados por esta Academia, siendo muy jóvenes.

Los miembros fundadores de la Academia Carabobeña, luego de convenientes conversaciones y plenos de gozo, le abrían las puertas de la Academia –con pocos meses de diferencia- a dos jóvenes historiadores de marcadísima vocación por la ciencia histórica: ¡Amantes de Clío, la diosa traviesa y elusiva!, — ellos demostraron desde muy jóvenes cualidades académicas, ambos de   conducta ciudadana ejemplar, fueron formados en hogares modélicos. Durante su vida académica, estuvieron presentes cuando se necesitaron los mayores esfuerzos, y los hicieron, y consolidaron   la institución; y hoy tanto el Doctor Asdrúbal González Servén, como yo —sin usar el nosotros mayestático, – con ocho décadas a cuestas, cada uno, somos testigos, junto a nuestros colegas de Academia, de sus obras, de su conducta. Ellos han sumado, al lauro universitario, de Médico Cirujano y Abogado de la Republica —respectivamente— al que aspiraron y coronaron brillantemente,  y en su debido momento los magnificaron  con  las gloriosas e imperecederas “Palmas Académicas”.

El acontecimiento me alegra por varios motivos:

Mi persona exultante de alegría, por mis ochenta y tres años, lo cual me tiene  realmente contento, quizá como un padre o un abuelo, esta alegría me la produce la seguridad, que la obra comenzada por   aquel ilustrísimo grupo de venezolanos fundadores, —hoy ya disfrutando de las bondades del otro mundo—, estarán muy orgullosos de la labor realizada por sus sucesores.

 Todo nos anuncia que la obra que contribuimos a formar tendrá larga vida, que los esfuerzos del fundador Doctor Adolfo Blonval López, gran venezolano, gran esposo, gran padre y mejor amigo. Lamentablemente fue llamado por el Creador a las regiones celestiales, demasiado pronto.

 Lo recordaremos siempre como un perfecto y sabio caballero.

  yo debería leer hoy la nómina completa de nuestros virtuosos y sabios antecesores, porque todos formaron legión, y muy compacta, cuando se necesitó defender la Institución.

 En especial, necesito, —me lo pide el corazón—, mencionar al doctor Fabián de Jesús Díaz Carabaño, quien sumó a la Academia su gran prestigio personal y científico, pudo ser el primer Presidente, sin embargo, se replegó, para que lo fuera Blonbal, Diaz, rigió nuestra institución mientras se sintió con fuerzas, quiso el sabio y virtuoso caballero, compartir siempre los honores, aún recuerdo cuando decidió dejar la presidencia, me tomo del brazo, y con su bastón pegado a la pared, fue recorriendo todas las instancias de este edificio. ¡Con ese acto simbólico nos entregaba la Institución!

Cuando hallamos los planos originales de esta mansión de la Patria, se llenó de alegría, y se sumó a la lucha que por cierto fue larga…. Afortunadamente, el Doctor Henrique Salas Römer, llegó a regir con gran eficiencia y lujo los destinos de Carabobo, su obra de gobierno fue la realización de muchos de los anhelos de los carabobeños. Por lo que a la Academia respecta, siempre lo tendremos en lugar especial, su voluntad fue: “Devolverle la Alegría a Carabobo”, por eso los venezolanos del futuro podrán conocer “la mansión de La Patria”. Gracias al Doctor Henrique Salas Römer; llegue hasta él y su querida familia, nuestro agradecimiento eterno.

Ojalá, el apreciado Gobernador Lacava, hombre culto, se estimule con el ejemplo de un perfecto gobernador como lo fue el Doctor Salas, y le retorne a la Academia su partida, pues debemos recordar que nuestra Academia es un “ente de Derecho Público”. Un ente al servicio de la población venezolana, y esta no puede, como pueblo culto que es, olvidar esta materia sagrada sobre la cual se yergue el futuro de la Patria.

Sale el Doctor Cruz, luego de haber dirigido esta Academia, con sabiduría. Creímos los antiguos, que podríamos hacerlo mejor, ¡Pero nos equivocamos!, la juventud salió al paso, y nos demostró que estaba en plena madurez para conducir sus propios destinos.

Largo seria redundar sobre los hechos. El Académico Doctor Carlos Cruz Hernández, ha sabido regir con acierto nuestra Corporación, ha cumplido con verdadero tesón el rol que le fue confiado. Su labor personal, es también notable: escribe para diarios de los Estados Unidos y de Venezuela, y ha participado en innumerables programas de radio y televisión, ha dado entrevistas, evacuado consultas sobre temas históricos, dirigido tesis, etc. En la actualidad tiene en prensa otra publicación. Recientemente y con dinero de su peculio se trasladó al Reino de España, a Madrid, concretamente, donde fue recibido en audiencia oficial por la Doctora Doña Carmen Iglesias,  Marquesa de Gisbert, Directora de la Real  Academia de la Historia de España,  maestra de Historia que fue de su Majestad Don Felipe, VI.   El Doctor Cruz, inicio el rescate de 16000 documentos pertenecientes al Archivo Colonial de la Ciudad de Valencia, que se encuentran en el Ministerio de la Defensa de aquel país, material precioso totalmente desconocidos por nosotros, (opinamos que quizá estos documentos salieron de nuestra ciudad en el equipaje del General Morillo). Quedamos en vigilante espera de tan delicadas gestiones.

Seria largo enumerar las actividades realizadas por nuestro ilustre colega. Es de hacer notar que Cruz Hernández, se ha movido con verdadero tino y cortesía ante el Ejecutivo Regional, solicitando o reclamando la protección sobre los Monumentos Nacionales, peticiones que han sido en algunos casos oídas y corregidas, y lo ha hecho con perfecta propiedad, ha promovido y conservado  cordiales relaciones oficiales con el ciudadano Gobernador  Don Rafael  Lacava, funcionario de quien esperamos continúe la sabia  conducta de respeto y consideración a esta casa, que no solo por la ley es patrimonio de la Academia, —es su sede oficial—, cuya entrada principal es desde hace siglos  por la Calle Colombia— y no por la puerta trasera, como lo ha creído la Alcaldía de Valencia—. es nuestra, porque nos debe su existencia—, la Academia la rescató de la locura de un funcionario que quiso demolerla, Gracias a Dios, que a  tiempo un grupo de escritores  llamados por la siempre recordada, Irma de Sola Ricardo de Lovera, se dirigiera a la casi ruina total que existía, para salvar en nombre de la intelectualidad  venezolana al Monumento  rescatado para la Patria.

El académico que proclamamos hoy  es  el Doctor José Alfredo Sabatino Pizzolante, quien  no necesita presentación. Sin embargo, no podemos silenciar algunos de los muchos méritos: el Doctor Sabatino, siempre fue gran colaborador de la Academia. Es Miembro por el estado Carabobo de la Academia Venezolana de la Lengua, Correspondiente de la Real Academia Española —Institución Oficial —Decretada por el General Antonio Guzmán Blanco en el año de 1833, la cual le ha publicado algunas de sus numerosas obras. Entre las cuales ocupa lugar relevante, no solo por el tema, también por la delicada y amplia investigación, realizada para darle vida a un personaje que en cierto modo representa la universalidad de Puerto Cabello: la reconstrucción de la vida del insigne impresor Juan Antonio Segrestaa. Quien puso a la América hispana a leer a Victor Hugo. El Doctor Sabatino es el Cronista nato de Puerto Cabello; fue llamado por la Academia de Historia del Estado Carabobo siendo muy joven. En su vida privada maneja su bufete profesional de ámbito cosmopolita, con sedes en Puerto Cabello e Internacional en la República de Panamá.

Le deseamos a nuestro querido Pepe, —y estamos seguros de ello— tendrá un magnifico desempeño, presidiendo nuestra Academia con su saber y responsabilidad proverbiales.   

II.

La Casa de La Estrella, no es un museo, La Casa de la Estrella  es un templo, un templo de la patria. Considerarla “museo”  es degradar uno de los ámbitos más sagrados  de la República, museo puede ser de cualquier cosa, algo de importancia quizá, pero sin el sentido reverencial que impone “La Casa de la Estrella”  —aquí nació  Venezuela— por eso aunque se la irrespete no deja de ser como dijimos, un templo sagrado, cuya liturgia es la ciencia de la historia,  un santuario de la Patria, donde aún transitan los elevados espíritus de los venezolanos más ilustres de todos los tiempos. ¡Aquí la patria rinde homenaje a sus creadores!  sus pisos están signados por la gloria. Y además representa el esfuerzo de académicos que aun a sabiendas que indecorosamente fue el lavadero de las ensangrentadas lencerías del Hospital Anticanceroso, lleno de máquinas de lavar, de sabanas sucias y tuberías, etc. Lo sacamos los académicos de ese horror, primero con la “toma” que hicimos cuándo eran ruinas, —porque un alcalde descuidado lo había condenado a la picota—, afortunadamente, un grupo de escritores pudimos detener el tractor que la iba a borrar para convertirla en un predio inútil, vacío, como está el sitio de las que fueron Casas Consistoriales de la Nueva Valencia del Rey. Hoy refugio de vagabundos y taller mecánico, frontero a la estatua del Padre de la Patria!.

Porque Señores: entre estos muros nació Venezuela, repito, por eso la alhajamos con  los muebles más exquisitos, dignos y fuertes, — cada sillón es un monumento al saber, a la historia  —, Señores, porque aun los espíritus del patriotismo habitan estos ámbitos, pues  en dos oportunidades fue sede del corazón de Venezuela: su Congreso, su casa de las leyes.

Repetimos, esto no es un museo, —este caserón que pisamos es un templo— y como un templo debe conservarse y respetarse, y su tuición oficial y no negociable, pertenece a la Academia de Historia del Estado Carabobo. Institución oficial de Derecho Público. Tal cual lo dispone la ley respectiva.

Salutación y despedida.

En nombre de los ilustres académicos y, en el nuestro propio felicitamos muy cordialmente al Doctor José Alfredo Sabatino Pizzolante, Presidente de esta ilustre Academia ¡Pedimos al Supremo Hacedor lo proteja!

Señores !

Luis Cubillán Fonseca.

Valencia 25 de agosto de 2022.