Su ingenio militar y valentía en la acción de la toma de la plaza fuerte (1823), le hicieron acreedor de una medalla pendiente de una cinta carmesí y montada en diamantes, con la inscripción: “Vencedor en Puerto Cabello año 13o”. Desde entonces la figura del general José Antonio Páez quedó ligada a Puerto Cabello, en donde fue objeto de las más cálidas muestras de agradecimiento.

Sin embargo, algún desencuentro entre el prócer y la ciudad también hubo, especialmente, por aquellos días en los que enfrentamientos entre civiles y militares estaban a la orden del día, debido al reclutamiento forzoso que se hacía de artesanos, carpinteros y albañiles, sobre todo, por la expulsión de pacíficas personas sin fórmula de juicio. Célebre resulta el choque entre el alcalde Vicente Michelena y el comandante Cala, jefe militar de la plaza, luego entre el primero y el general Páez, cuando en 1824 el alcalde eleva su protesta por el proceder y estilo de Cala. El comandante se había quejado ante el general Páez de las trabas que encontraba a diario por la conducta de las autoridades municipales, lo que deriva en un conflicto entre el general y el alcalde quien ordena que el último abandonase de inmediato el puerto, marchando a Caracas para ponerse a la orden del Intendente, no sin prevenirlo de que había hecho llamar a su casa de habitación a los munícipes por su falta de respeto y conceptos poco decorosos “contra los beneméritos ciudadanos que le han dado a costa de su sangre, su seguridad y tranquilidad, como libertadores de esta patria tan querida”. El asunto aunque se ventiló en los tribunales capitalinos, terminará con un arreglo decoroso entre las partes en conflicto.

Y a pesar de episodios como estos, la verdad es que Puerto Cabello y Valencia siempre recordaron a Páez con cariño. Consolidado el triunfo de la revolución de marzo de 1858, luego de su exilio neoyorkino de una década, su regreso fue  apoteósico. En la ciudad marinera ya se encontraba el 1o de enero de 1859 en donde es objeto de un gran recibimiento, mientras que a Valencia llega cuatro días más tarde, acompañado de una comisión enviada desde la capital carabobeña y en medio de, igualmente, grandes celebraciones.

Prueba del aprecio que le tienen los porteños al general Páez, son las Honras Fúnebres organizadas en su memoria, el año 1888, en el marco de la Apoteósis decretada por el gobierno nacional con ocasión del traslado de sus restos a la capital, ocasión en la que se celebraría una misa de requiem con participación de las autoridades locales, cuerpo consular, sociedades religiosas, corporaciones masónicas, clubes, instituciones y pueblo en general, terminando la jornada en el Casino Bolívar, “el que alegóricamente decorado con trofeos y recuerdos de nuestra magna lucha, proporcionará cabida y solaz para oír el discurso adecuado al acto del orador de orden señor L. Hartliep”. Otra muestra de estima le brinda la ciudad dos años más tarde, mediante el decreto del 27 de mayo de 1890, expedido por el Concejo Municipal. El 13 de junio del mismo año se cumpliría el centenario de su nacimiento y “considerando —señalaba el respectivo decreto— que Puerto Cabello guarda entre sus recuerdos más gratos, la memorable y gloriosa fecha del 8 de noviembre de 1823, en que las Huestes libertadoras dirigidas por el valeroso y Afortunado Capitán (sic), en operación, por demás peligrosa y atrevida, realizaron el portentoso hecho del asalto y toma de esta plaza, hecho con el cual quedó sellada la independencia y libertad de Venezuela”, el Ayuntamiento decreta que “la jefatura civil y demás empleados y corporaciones del Distrito, quedan asociados a la junta Glorias de Páez, para concurrir respectivamente a todos los actos que tengan lugar con motivo del primer centenario del Gral. José Antonio Páez”.

Un hecho curioso en la historia local lo constituye, además, el cambio de la denominación “Distrito Puerto Cabello” por el de “Distrito Páez”, ocurrido el año de 1921. Aun cuando hubo quien sostuvo que el cambio de nombre se debió a un homenaje motivado por la proximidad del centenario de la toma de Puerto Cabello (1923) mediante decreto emanado de la cámara municipal, no lo creemos así. El libro de actas del Concejo Municipal correspondiente al año veintiuno se extravió, por lo que resulta difícil comprobar si realmente existió tal decreto. En cambio, el 24 de junio de aquel año el gobierno del estado Carabobo, bajo la presidencia del Gral. José Antonio Baldó, considerando que algunos distritos y municipios del estado llevaban nombres no armonizados con los esfuerzos y la preclara vida de los fundadores de la patria, decretó que desde esa fecha se denominase Distrito Páez, capital Puerto Cabello, al Distrito Puerto Cabello. De igual forma, que los municipios Patanemo, Urama y Goaigoaza pasaran a denominarse Mellao, Camejo y Farriar, respectivamente. Además, otros distritos, en virtud del mismo decreto, cambiarían sus nombres como, por ejemplo, el Distrito Valencia, que recibió el de Distrito Urdaneta. el decreto en cuestión es comentado por Oswaldo Feo Caballero en su obra Descripción Geográfica y Estadística del Estado Carabobo.

Es de suponerse que el cambio en la denominación solo operó de manera parcial, sobre todo en el ámbito oficial, pues aun cuando las actas del Ayuntamiento relativas a los años 1922, 1923 y 1924 presentan la impresión de un sello con el nombre “Distrito Páez”, este es utilizado hasta la sesión del 3 de marzo de 1924, sin volverse a utilizar posteriormente. Desconocemos las causas que determinaron el volver a la utilización del nombre originario, esto es, Distrito Puerto Cabello, pero es indudable que eso de cambiar los nombres de ciudades y regiones, en contravención del orden natural de las cosas, nunca fue ni ha sido buena fórmula.

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@PepeSabatino