Medardo Medina, fue conocido como “el “último médico a caballo”. Todavía en los años 30 cuando el uso del automóvil estaba popularizado prefería ir en su coche de dos caballos o como jinete a visitar a sus pacientes. Eran tiempos cuando no había casi calles pavimentadas o carreteras, era especialmente práctico el caballo para acceder a lugares donde no podía entrar el automóvil.

Medardo, nacido a finales del siglo XIX en Valencia, fue destacado estudiante; tan pronto se graduó de bachiller ingresó en el Hospital de Caridad de la ciudad como ayudante del médico, para seguir los pasos de su padre el Gral. Medardo Heraclio Medina, para el momento cirujano del Hospital Civil de Valencia. Al quedar cerrada la Universidad de Valencia por Cipriano Castro, tuvo que viajar a Caracas a estudiar en la UCV, donde fue alumno de José Gregorio Hernández, Razzetti, Rísquez, y otros eminentes y culmina estudios en 1912. En 1920 viajó a Estados Unidos a perfeccionarse.

Impresionado por los estragos que causaban en la población la sífilis y otras enfermedades de transmisión sexual se especializa y emprende una campaña de concientización y educación pública, escribiendo varios libros y centenares de artículos de prensa en El Heraldo, La Religión, La Esfera, Biliken, La Gacetilla Bayer y otras nacionales y extranjeras, siempre en el tema de la salud pública y la prevención y cura de las enfermedades venéreas, en un tiempo en que el tema era considerado tabú, por lo que tuvo que enfrentar la crítica de mentes cerradas, que se oponían abiertamente a que se hablara de esos temas públicamente. También escribe varios libros sobre el tema: “La Marcha Invasora de la Sífilis”, «Los Peligros de la Sífilis» y «El Bismuto en el Tratamiento de la Sífilis», “Nuevas orientaciones a cerca del tratamiento de la Avariosis” entre otros. Fue el primero que aplicó en Caracas el Bismuto contra la sífilis y el primero en aplicar el radio en Venezuela.

En los años 20 y 30, cuando todavía no existían los antibióticos Medina aplica y experimenta con las drogas más modernas de la época; el “Salvarsan”, el “606” y el “Bismuto”, derivados del arsénico y del mercurio, de alta toxicidad, que, combatían la enfermedad, pero también podrían afectar al paciente.

Pero en los años 40 en EE.UU. se empieza a aplicar un descubrimiento que tendrá un efecto radical en la curación de las enfermedades: La penicilina. En esos años, el mundo estaba enfrascado en la segunda guerra mundial, la penicilina era detenida por los norteamericanos como un secreto de estado y su uso estaba estrictamente controlado y limitado; pero tan pronto finaliza la guerra el Dr. Medina se traslada a EE.UU. y adquiere un lote de penicilina curar a los venezolanos aquejados por ese mal venéreo. Los éxitos abrumadores son reseñados con bombos y platillos por la prensa nacional, por lo cual se ganó el nuevo sobrenombre de “El Rey de la Sífilis” según nos lo recordaba el historiador César Dao Colina, quien agregó otro detalle: Medina visitó a sus pacientes pobres y les llevaban las medicinas, pero alumno de José Gregorio les decía:

“-Yo no he pasado por aquí.”-

Un día Medardo atiende a un enfermo, a quien tiene que practicar una incisión, de la cual expele súbitamente una cantidad de detritus que lo salpican y contaminan, causándole una penosa enfermedad que con el tiempo lo llevare a la tumba. La muerte lo tuvo cuando tuvo alivio al sufrimiento de los dolientes.

Por Luis Heraclio Medina Canelón
M.C. de la Academia de Historia del Estado Carabobo