La espada es un arma blanca, larga, recta, aguda y cortante, representaba la victoria; al final del combate se entregaba como símbolo de derrota; la espada es sinónimo de libertad y fuerza.
Un sable es similar a una espada con la hoja ligeramente curva, utilizada normalmente por los combatientes a caballo.
Regalarla era un gesto de afecto y muestra de honor para quien la recibe, además un gesto de paz para quien la regala. nuestros paladines emancipadores, recibieron muchas espadas, sables y dagas, quienes a su vez las obsequiaron a familiares y amigos.
El 12 de marzo de 1806, el presidente de Haití, Alejandro Petión, le regaló a Miranda, en el puerto de Jacmel, su espada que utilizó para la independencia, es conocida como «La
Espada Libertadora», símbolo de lucha e independencia.
Miranda al recibirla y levantarla, dijo:
«Juro ser fiel y leal al pueblo libre de Suramérica,
independiente de España».
Ese memorable día izó en el mástil del «Leander», la bandera tricolor de la redención. Inició el 24 de marzo su expedición rumbo a Venezuela.
Los españoles estaban informados desde Nueva York de sus movimientos.
En Ocumare de la Costa, los navios realistas «Celoso» y «Argos», capturaron el 28 de abril a los navíos «Bee» y «Bachus». Miranda con mejor suerte y lanzando carga al mar, pudo dirigirse en el «Leander» a Trinidad para reaprovisionarse y dirigirse a La Vela, adonde llegó el 3 de agosto de 1806.
En esas cálidas arenas, colocó su bandera en el fortín San Pedro, al siguiente día llegó a Coro, pero los habitantes habían huido por instrucciones de las autoridades españolas.
A pesar de haber dejado la semilla de la libertad; se retiró hacia Trinidad para seguir a Inglaterra. Mediante una nota a Petión devolvió la «Espada Libertadora». Se desconoce con quien devolvió la espada.
Diez años después, Bolívar desembarcó el 24 de diciembre de 1815 en Jacmel, en busca del apoyo de Petión. Allá recibió «La Espada
Libertadora», con la condición de darle libertad a los esclavos, ( se desconoce si es la misma espada de Miranda o una réplica), la cual empuñó durante nueve años y utilizó en las campañas de la Nueva Granada, Venezuela, Ecuador y Perú. Esa espada Bolívar la obsequió en 1825, al general Juan Jacinto Lara, héroe en Junín y Ayacucho, la cual se encuentra en el Museo Nacional de Historia del Perú.
La cimitarra, (sable curvo), utilizada por nuestro «Siempre Precursor», se encuentra en el Museo Bolivariano en Caracas fundado en 1911.
La cimitarra utilizada por nuestro Libertador en el campo de Carabobo en 1821, ( recibida del almirante Luis Brión), la regaló en Maracaibo al Gral. Urdaneta; en la decada de 1940, los familisres del Paladín marabino la donaron al Museo Historico Urdaneta. De alli fue llevado a Caracas, (no lo han devuelto), del cual han realizado réplicas para obsequiarlas a personalidades.
La espada utilizada por Bolívar en la acción militar de Junin el 6-VIII-1824, fue desaparecida del Museo Nacional del Perú a comienzos del siglo XX; la había donado en 1868, el general colombiano Tomás Mosquera, obsequiada por el Libertador.
Ecuador le regaló una espada de oro a Sucre por el triunfo en Pichincha, la cual obsequió en enero de 1826 a su hermano Jerónimo.
Se desconoce la actual ubicación del histórico acero.
Las más famosas y conocidas de ellas, son las que la municipalidad de Lima le obsequió a
Bolívar y Sucre, al cumplirse un año de la magistral batalla de Ayacucho.
Más que espadas para la acción bélica, son verdaderas obras de arte, fabricadas en Lima por el orfebre Chungapoma, bajo la supervisión del Intendente Cayetano Freire.
La vaina de la espada del Libertador es de oro macizo de 18 quilates. La guarnición tiene un busto del Libertador en oro macizo, coronado con gorro frigio de 155 piedras preciosas y una corona de laurel compuesta de diamantes. El total de brillantes es de 1.380, 8 rubíes y 7 esmeraldas, las hojas de acero son del estilo damasco.
En la hacienda de San Pedro Alejandrino en Santa Marta y en la Casa de Nariño, (Palacio presidencial), en Bogotá se encuentran réplicas.
La espada del general en jefe
Antonio José de Sucre lleva 118 brillantes, ocho rubíes y siete esmeraldas.
El Coronel peruano Juan González, fue designado para entregar en el Potosí ambas espadas. A Bolívar se las entregaron el 25 de noviembre de 1825, quien exteriorizó: «esta espada me dirá siempre, que la ciudad de Lima, es digna de ser la capital de las naciones».
El Libertador entregó la enviada a Sucre el 9 de diciembre, fecha aniversaria de la magna batalla de Ayacucho.
La espada de Bolívar pasó a manos de su hermana Juana.
En 1890, el presidente Juan Pablo Rojas Paúl, la adquirió por la cantidad de 120.000 bolívares para exhibirla en el Museo Bolivariano de Caracas. Desde 1974, se encuentra en las bóvedas del Banco Central de Venezuela.
En relación a la espada obsequiada a Sucre por la municipalidad de Lima. en Quito un esclavo de la servidumbre familiar, la dañó para extraerle las piedras preciosas. Esa espada se encuentra en el Museo Histórico de Lima.
La espada que cargaba Sucre al momento de ser asesinado el 4 de junio de 1830 en Berruecos; apareció la hoja; no aparecieron ni la vaina ni los broches, todo de oro macizo. Se encuentra en el Salón de Sesiones del Congreso de Bolivia.
La espada que le regaló a Sucre el Congreso de Colombia el 12 de febrero de 1825, según su Voluntad Testamentaria en la cláusula 4ta, fue entregada al Libertador, quien en su Testamento dictado en Sta. Marta el 10 de diciembre de 1830, en la cláusula 11, dispuso devolverla a la viuda del Paladín cumanés. La espada se encuentra en el mausoleo del general Sucre ubicado en la Catedral de Quito.
La espada utilizada por Sucre en la gloriosa batalla de Ayacucho, se encuentra en el «Museo Casa de la Libertad», Monumento Histórico Nacional, en Sucre capital de Bolivia.
En enero de 1827, Bolívar en un banquete realizado en Caracas, le obsequió al «Centauro» Páez su sable como un acto de confíanza y reconciliación; Páez la donó cuarenta años después al Arzobispo de Caracas para ser colocado en la tumba del Libertador en la Catedral.
Refiriéndose al verdadero empleo de la espada, Bolívar expresó en su Última Proclama dictada la noche del 10 de diciembre de 1830 en San Pedro
Alejandrino:
«… Los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su «espada» en defender las garantías sociales».
Sucre, en el mensaje de despedida al Congreso de Bolivia, el cual se leyó el 2 de agosto de 1828, dijo:
«En el retiro de mi vida, veré mis
cicatrices, y nunca me arrepentiré de llevarlas, cuando me
recuerden que para formar a Bolivia, preferí el imperio de las leyes, a ser el tirano o el verdugo, que llevará siempre una «espada» pendiente sobre la cabeza de los ciudadanos».
Eumenes Fuguet Borregales.