La “Cruz de Hierro”, sin duda alguna, es la más famosa de todas las condecoraciones militares del mundo. Fue creada en Prusia (hoy Alemania) hace algo más de doscientos años para premiar en tiempos de guerra las conductas heroicas de los soldados.
La Cruz de Hierro se ha hecho popular por la literatura y el cine y por la propaganda de guerra. Fue concedida desde los tiempos de las guerras napoleónicas, durante la guerra franco-prusiana y en las dos guerras mundiales. Su inconfundible imagen de la cruz negra en un fondo plateado es conocida por casi todo el mundo. Lo que pocos conocen es que tres venezolanos han sido galardonados con esta condecoración.
En la Primera Guerra Mundial combatieron gran cantidad de criollos, de bando y bando. Unos bajo el bando francés y otros por los imperios centrales (Alemania, Austria-Hungría y el Imperio Otomano). Precisamente del lado de los Imperios Centrales, un andino y un zuliano fueron premiados por el imperio alemán.
El legendario tachirense Rafael Nogales Méndez, fue el propio aventurero y trotamundos. Tuvo educación académica y militar en Europa donde se hizo políglota y al regresar a América protagoniza toda clase de aventuras por el Caribe. Viene a luchar contra el dictador Cipriano Castro y resulta herido en la batalla de Carazúa. Al iniciar la Primera Guerra Mundial, dice: “No te pierdas de una buena guerra” y viaja a Europa, donde logra engancharse en el ejército del Imperio Otomano (Turquía) aliado de Alemania.
Por su inteligencia, arrojo y valor personal asciende rápidamente y el ejército otomano le llega a conferir el grado de “Bey”, equivalente a general, combatiendo en muchas batallas. El imperio alemán le otorgó la codiciada Cruz de Hierro. Muerto el dictador Gómez, regresó a Venezuela en 1936 y se pone a las órdenes del Gobierno nacional, pero apenas le ofrecieron un cargo en una aduana. Decepcionado se fue del país y murió en pobreza en el extranjero.
Por su parte, un joven maracucho, Carlos Meyer Baldó, hijo de alemán y zuliana, viaja con su familia a Alemania 1908. Allí transcurre su vida normalmente hasta que en 1914 estalla la Primera Guerra Mundial. Carlos Meyer, se enrola en un batallón de caballería donde demuestra sus capacidades militares y es ascendido a teniente.
El joven marabino se maravilló con un nuevo invento bélico: los aviones, por lo que en 1916 se alista en la nueva arma aérea que se prepara en Alemania.
En 1917 es asignado a la escuadrilla del más famoso aviador militar de todos los tiempos: Manfred von Richthofen, “El Barón Rojo”, inmortalizado en libros y películas. En la escuadrilla del Barón Rojo, conocida como “el circo volador” por los llamativos colores chillones de todos sus aviones, el zuliano logró gran cantidad de derribos de aviones enemigos, obteniendo el calificativo de “As”, por lograr más de cinco victorias, y el 17 de agosto recibe la Cruz de Hierro. Al finalizar la guerra, Meyer Baldó regresó a Venezuela y se empleó en el ejército venezolano donde daba sus inicios la incipiente fuerza aérea. En 1933 su avión se accidenta y muere trágicamente.
Años después estalla la Segunda Guerra Mundial. Un muchacho guayanés, Dieter Pfeifer, hijo de alemanes nacido en Ciudad Bolívar, era un niño sumamente tremendo y rebelde, al extremo que su padre decide enviarlo a Alemania a un internado en 1933. Apenas con 16 años se enrola en el ejército en una unidad de blindados. Desde los inicios de la guerra entró en combate; primero en Polonia, donde recibió su primera herida, luego en el frente francés, más tarde en el terrible frente ruso, ya como comandante de una unidad de tanques donde se destacó destruyendo los tanques rusos T34. Allí nuevamente fue herido de gravedad al ser destruido su tanque, una vez recuperado recibió la “Cruz de Hierro”. Más tarde combatió también a los norteamericanos en Francia, a quienes se rindió su unidad al estar ya todo perdido. Al finalizar la guerra regresó a Venezuela, y se radicó en Valencia donde instaló un vivero hasta su muerte en 2010.
Luis Heraclio Medina
@luishmedinac