En 1834 culmina el primer período presidencial de la naciente República de Venezuela el cual fue conducido por el Gral. José Antonio Páez. En consecuencia, el Congreso procedió a realizar la elección del nuevo presidente y en la primera vuelta ninguno de los aspirantes logró el porcentaje requerido, por lo cual quedaron para la segunda vuelta los tres candidatos que obtuvieron más votos que fueron el Dr. José María Vargas, el Gral. Carlos Soublette y el Gral. Santiago Mariño. En la segunda vuelta tampoco lograron la mayoría y pasaron a la tercera vuelta los que quedaron en los dos primeros lugares que fueron el Dr. Vargas y el Gral. Soublette y fue en esa última, en la que distinguido médico venezolano resultó electo como el segundo presidente de Venezuela.

Este hecho sembraba grandes esperanzas en los sectores intelectuales del país ya que se pensaba que era el inicio del camino para que la nación tomara el rumbo del civilismo y que lamentablemente no pudo ser, porque el gobierno de Vargas era débil ya que no poseía el control de todas las estructuras del estado, la casta militar se sentía desplazada por los nuevos sectores de influencia que habían nacido y los impases entre el legislativo y el ejecutivo generaron la situación perfecta para que se conformara un movimiento insurreccional que se conoció como la “Revolución de las Reformas” cuyos principales actores fueron Santiago Mariño, Diego Ibarra, Luis Perú de la Croix, Pedro Carujo, Pedro Briceño Méndez, José Tadeo Monagas, Estanislao Rendón y Level de Goda.

Sin embargo, esta “revolución” tampoco las tuvo todas consigo ya que consiguió resistencia en varios sitios del país (entre ellos la antigua “Provincia de Carabobo”), donde no logró el éxito esperado porque en la ciudad de Valencia para el 28 de octubre de ese año, las autoridades locales en conocimiento de la proximidad del Gral. Santiago Mariño para tomar la ciudad, ya se habían preparado militarmente e hizo un llamado a la ciudadanía para que le diera apoyo a la constitución y las leyes, por lo que alrededor de 300 civiles acudieron (con fusiles que les fueron entregados) a la plaza mayor donde ocurrió el enfrentamiento con las fuerzas invasoras de Mariño.

Tal fue la valentía de estos civiles que después de una larga y cruenta jornada, la ciudad  fué protegida y los insurrectos se fueron a Puerto Cabello para reagruparse y en donde posteriormente el Gral. José Antonio Páez sitia la ciudad y conduce a los insurrectos a una rendición que fue el producto del cerco militar de las fuerzas leales al gobierno y de un proceso de negociación.

Este triunfo fue celebrado con una serie de actos públicos donde se incluyeron los religiosos con la realización de una “misa solemne” y un Tedeum en acción de gracias y  se hicieron las honras fúnebres de los que lamentablemente fallecieron en esos hechos. El Concejo Municipal de la época ordenó que todos los empleados y corporaciones civiles y militares asistieran a dichos actos y que los empleados tuvieran que llevar una gasa negra en el sombrero y “el luto que les designa la ley”

A manera de conclusión bien pudiéramos decir que en la “Provincia de Carabobo” los eventos ocurridos en los años 1826 y 1830 fueron eminentemente civiles y los del año 1835 tuvieron un comportamiento militar y cívico en el que se empleo el uso de las armas.

Carlos Cruz

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