Sobre estos Aguinaldos para las Pascuas escuchamos, por vez primera, cuando comenzamos la siempre amena lectura de la prensa venezolana del siglo diecinueve, donde con frecuencia se anunciaba su publicación siempre a inicios del mes de diciembre. No deben confundirse con el aguinaldo que como forma musical devino en los tradicionales cantos religiosos y los de parranda, que en las festividades decembrinas suelen entonarse, suficientemente estudiados por los expertos. Los primeros, por el contrario, raramente tienen música -al menos hasta donde conocemos- consistiendo principalmente en textos en verso y prosa de variado contenido.

Poca información hemos encontrado acerca de ellos, con la sola excepción de la brindada por la historiadora Mirla Alcibíades en su obra La heroica aventura de construir una república. Familia-nación en el ochocientos venezolano (1830-1865), publicada en 2004, quien le dedica valiosos comentarios y hace un recorrido sobre su evolución. Al respecto afirma Alcibíades que en un comienzo adoptaron la fórmula de un conjunto de máximas cortas, otras veces eran versos con motivo navideño, inicialmente encontradas en la prensa periódica o en hojas sueltas y, finalmente, convertidas en un libro que recogía artículos, poemas, relatos, memorias, partituras, etc. La historiadora, además, observa que lo que diferencia este tipo de publicación de las antologías es el aporte de material inédito, siendo característica de tales producciones “la invocación moralizante”.

Estos aguinaldos se publicarían en forma de folletos o libros año tras año, al menos, a partir de la cuarta década del siglo XIX. Ángel Raúl Villanueva en su Repertorio Bibliográfico enumera poco más de una veintena de ellos editados, principalmente, en Caracas. Sin embargo, los pocos ejemplares impresos que se conservan hacen suponer un pequeño tiraje. Al margen de su carácter religioso o moralizante, también los hubo de índole festivo, jocoso o satírico. Villasana cita, por ejemplo, los aguinaldos publicados por El Llanero en 1891, que lleva como subtítulo “aguinaldo suave, picante, indigesto y antidina-cosmopoliterápico, habla de todo”;  o los de Vigorón, descrito como “aguinaldo macabro, charlatán y embustero para las Pascuas de 1926”.

En Carabobo también tenemos importantes referencias. Mirla Alcibíades cita los Aguinaldos para 1849 titulado Juguetes poéticos para la Navidad; también verían luz en la Imprenta de L. Pérez los Aguinaldos religiosos, históricos y festivos para las Pascuas de 1869. La prensa, con frecuencia, anunciaba su aparición. El diario El Vigilante de Puerto Cabello, correspondiente a diciembre de 1861, anunciaba la impresión de los Aguinaldos porteños para las pascuas del presente año, los que se vendían por un real. Otro aviso del puerto, esta vez aparecido en El Comercio de octubre de 1891, señalaba: “Los aguinaldos de Pascuas que ha  producido el señor Fabriciano de J. Abrams, inspirado como siempre en sus composiciones literarias, ha dedicado el tiempo en escribir de buen humor un folleto intitulado Los recuerdos de Pascuas, para con sus armoniosos cantares deleitar la noche buena de Navidad; y despertar los ánimos de los festivos Porteños que duermen en tan deseada noche”.

A pesar de las numerosas referencias a estos textos en la prensa de antaño, en particular, la regional, son muy pocos los ejemplares que se conservan en las bibliotecas y archivos consultados. Conocemos, por fortuna, dos interesantes aguinaldos festivos que vieron luz en Valencia y Puerto Cabello: Las Maracas de Valencia. Aguinaldos para las pascuas de 1866, salido de la imprenta de Melquiades Soriano, en Caracas, y El Chacharero. Aguinaldos para las pascuas de 1895, que aunque sin pie de imprenta, presumimos salió de los talleres de J. A. Segrestáa.  Se trata de dos folletos de 16 y 27 páginas, respectivamente, con producciones religiosas, pero mayoritariamente de corte jocoso, del que no escapan la gente y circunstancias o hechos específicos de ambas ciudades. Así rezan algunos versos que corren insertos en Las Maracas de Valencia:

“En la ciudad de Valencia

Se escuchan sonoramente,

Unas maracas que tienen,

Alborotada la gente.

Desde las seis de la tarde

Presuroso el pueblo corre,

Para oír sonar las tales

En el reloj de la torre.

Por averiguar la causa

Afánase el pueblo entero

Mas ni aún así se descubre

El insigne maraquero.

(…)

Yo juzgo que pueda ser

Algún muerto campanero,

Que por castigo divino

Se haya vuelto maraquero.

Mas si fuere algun truhan

La chanza es mui peregrina,

Y merece se le den

De palos buena propina.

(…)”.

Sin embargo, es en el Chacharero en el que su anónimo autor (es) no perdona (n) ni al niño Dios, tampoco a la Iglesia, mucho menos a reconocidos personajes del puerto. En una composición titulada “Gran Parrandón” leemos:

A la plaza de Bolívar

(Yo creo que el de está demás,

Pero, en fin, el metro obliga

Más que nobleza quizá.)

Uno tras otro llegaron

Metiendo ruido infernal,

Como dos mil ciudadanos

De toda clase y edad;

Y entre fuegos de artificio,

Música y banda marcial,

Panderos, cachos, furrucos

Y hasta morisco atabal,

Todos, alegres, revueltos

Salieron á parrandear.

(…)

José Hilario haciendo fiestas

En un caballo cerril;

Carvajal muerto de risa,

Y dando gritos Marins.

Petersón, iba de arenque,

De ondina el viejo Palou,

Don Natalio de gacela

Y Nondas de camarón.

Fuentes iba muy erguido

Con mandil de Rosa-Cruz,

Y á su lado Luis González

Todo untado de betún.

(…)

Don Mateo iba de amazona

En un soberbio corcel;

Y Herr Gross en un biciclo

Hecho de queso gruyer.

(…)

Mister Eskildsen en traje

Del hijo de Parcifal;

Y Bertghols de Nibelungo

Desafiando á Segrestáa.

(…)

Calixto todo de blanco,

Zapatos, sombrero y flux;

Y Olavarría patinando

Sobre conchas de cambur.

Maldonado iba rezando

El trisagio en alta voz;

Y Bargalló pregonando

Sorbetes de chicharrón.

(…)

Casimiro iba sin traje

Tocando á prisa un fagot;

Baptista un gran contrabajo

Y un pito Simón Salom.

Bello, Lope Federico

Iba de Moro de Rif,

Pasándole la espingarda

A todos por la nariz.

(…)”.

Los aguinaldos festivos a los que venimos haciendo alusión, nos parecen relevantes para la historia del humorismo en Venezuela. Aún así, llama la atención la poca o ninguna referencia a ellos en los trabajos que sobre el tema hemos consultados.

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@PepeSabatino