El «Baile de la Hamaca», tradición porteña, Patrimonio Cultural del estado Carabobo; de raíces afro caribeñas, procedente de Curazao, incluida por primera vez  en el calendario escolar 2013-2014, arraigada en el barrio San Millán, bajo la coordinación, preparación y ejecución del Grupo Folklórico San Millán.

Se realiza durante el lunes y martes de carnaval, simulando  dramatismo, durante un velatorio, donde un negro se da cuenta de la infidelidad de su mujer, precisamente con el difunto.

A tal fin, se organiza el velorio, el recorrido del fallecido y su entierro.

La Hamaca es preparada con retazos de tela y  monte, envueltos en una sábana, a la cual se le adhieren flores, es transportada  en un palo largo.

Las mujeres visten faldas largas con llamativos colores, se colocan un pañuelo o cintas anchas en la cabeza y se pintan la cara.

La danza se divide en tres episodios.

Durante la media noche del  lunes de carnaval, se lleva a cabo el Velorio,  conocido como  el «Paseo o Paseillo», con el bamboleo de la Hamaca. Los participantes tocan tambor, caracoles (guarura), charrascas y cachos, el desplazamiento, es precedido por los «mamarrachos»,  consumen bebidas espirituosas y café, aprovechan para charlar y echar cuentos.

En la esquina de la Cruz, la Hamaca es colgada, le colocan velas a su alrededor.

El grupo San Millán,  manifiesta su respeto a Don Viviano Pitre, curazoleño, ya fallecido, propulsor de este folklore y se comprometen a mantener la  tradición.

Este episodio se realiza hasta las  cinco  de la mañana del martes.

Los hamaqueros lucen camisas estampadas, rostros pintados y una especie de turbante. Antes del mediodía, llega corriendo a la multitud, una persona gritando: ¡Ya se murió! ¡Ya se murió! .

Entonces  los sanmillaneros, tocan sus tambores, soplan sus cachos, y gritando, todos responden en coro: ¡Hay que enterrarla! ¡Hay que enterrarla!

Y es allí, el mediodía del martes, cuando comienza el «cortejo fúnebre», y es  lo que se conoce como el «Lloro del Muerto». La Hamaca sale del barrio, a recorrer algunas calles.

Las mujeres bailan  alrededor de ella;  simulan dramas, tal como el que ocurre, cuando uno de los hombres a garrotazos, hace caer La Hamaca donde cargan al  difunto, hecho que provoca una aparente crisis en las mujeres, quienes simulan llorar arrodilladas sobre su muerto.

Esta reacción despierta celos en los hombres, quienes se enfrentan entre sí, con gran destreza, en una lucha a palos;  durante el simulacro de la pelea, donde no se maltratan, exteriorizan «Macho Yo».

Las mujeres, invitan a  los hombres a bailar.

A los no hamaqueros, no les está permitido llevar camisa, pueden participar pintados con colores vivos.

La Hamaca hace un alto en la Planchita y un segundo descanso en el barrio Rancho Chico, donde la comunidad,  ofrece comidas y bebidas. A las seis de la tarde, La Hamaca  retorna a San Millán, sitio de salida, cuando suben La Hamaca al techo de la residencia donde vivió Don Viviano;  la cubren  con aserrín, hasta el siguiente año.

Eumenes Fuguet Borregales.

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