Veintiocho años toma a los porteños alcanzar su condición de ciudad, pues muchas eran las necesidades que su condición de Tenientazgo, dependiente administrativamente de la Ciudad de Valencia, le impedía solventar. Las gestiones las inicia el Procurador Manuel Antonio Martínez quien se dirige a la Real Audiencia de Caracas en 1783, logrando cinco años más tarde que el puerto fuera elevado a la categoría de Diputación, pero dependiente de su vecino valenciano.

En 1804 nuevamente se le encomienda a don Rafael Hermoso reiniciar las gestiones, fracasando pues al ser consultado el Teniente Justicia Mayor señala a Caracas que no hay suficientes personas capaces de desempeñar los cargos públicos.

Puerto Cabello apoya decididamente los acontecimientos de Caracas (abril de 1810) y la declaración de independencia (5 de julio) a la que se suma entusiastamente cuatro días más tarde.  La recompensa: el otorgamiento del Título de Ciudad el 5 de agosto de 1812, que se recibe allí algunos días más tarde. A lo largo de esos años que se inician con la petición de los porteños en 1783 y se extienden hasta la caída de la Primera República, un nombre salta a la vista, el de don Domingo Taborda.

Luyando se apersona en Caracas

Tan pronto a Puerto Cabello se le concede su Título de Ciudad, el 5 de agosto de 1811, se convierte en cabildo autónomo empeñado en tener voz propia en las discusiones de trascendental interés para organizar la incipiente república.

Se reunía ya en Caracas el Congreso que había iniciado sesiones en marzo de ese año, y allí se apersona el 29 de agosto don Simón Luyando en nombre y con poder de la ciudad de Puerto Cabello, “pidiendo un diputado para aquel partido capitular”, independiente del de Valencia que se encontraba representada por tres diputados don Luis Cazorla, don Juan Toro y don Fernando Peñalver, lo que hacía necesario discutir el mecanismo de designación del diputado porteño, esto es, si se procedía a la designación de uno nuevo, o era elegido en reemplazo de uno de los representantes por Valencia; prevalecería la tesis de la elección por los electores parroquiales entre los tres diputados.

Sin embargo, no necesitaría estar representado el puerto por un diputado, ya que haciéndose oír nuevamente, en la en la sesión del 27 de septiembre Luyando solicita la agregación del pueblo de Ocumare de la Costa a la ciudad de Puerto Cabello, además de someter a la consideración del cuerpo constituyente una nueva representación “suplicando la determinación del Supremo Congreso, relativa a que la ciudad de Puerto Cabello eligiese por su representante uno de los tres que tenía el departamento de Valencia”, acordándose en esa oportunidad que el nombramiento era provisional y que el nuevo Congreso elegiría libremente sus diputados.

Taborda es designado Diputado ante el nuevo Congreso

El 6 de marzo de 1812 se instala solemnemente en Valencia el Congreso, y el 21 de ese mismo mes se leen y aprueban las credenciales del honorable don Domingo de Taborda, electo diputado por el partido capitular de la ciudad de Puerto Cabello, “después de lo cual entró, prestó juramento constitucional y tomó posesión de su empleo”.  El 4 de abril de 1812 Taborda se opone a conceder poderes absolutos al Ejecutivo salvando su voto, viendo truncados sus tímidos pasos como legislador al cesar el Congreso en sus funciones el 6 de abril de ese mismo año. Se convierte así don Domingo Taborda en el primer diputado porteño ante el cónclave de notables que se erigía en la unánime voz de las provincias. ¿Quién era Domingo Taborda? ¿Qué sabemos de él?

Ya en 1807 aparece en la relación de los 123 blancos que habitaban el Pueblo Exterior, que acompaña el expediente enviado a Caracas para solicitar su elevación a ciudad. Andrés Aurelio Level en sus Ligeros Apuntes identifica a Taborda como “un patriota hijo y vecino de Puerto Cabello”, que tomó parte en la liberación de su país con su persona y bienes. Se desempeñó, además, como Capitán de Milicias de su Majestad, ya retirado antes de los sucesos del 19 de abril, lo que nos lo presente quizá como un personaje que podría rondar los cincuenta años de edad, nacido hacia la sexta o séptima década del siglo XVIII.

Por aquel tiempo (1810-1811) Domingo Taborda ya participaba activamente en la Junta Patriótica que opera en Puerto Cabello y que se reunía en la casa de don Pedro Herrera. Su homóloga caraqueña había sido fundada por Miranda, Bolívar y el francés Pedro Antonio Leleux como una organización revolucionaria entre cuyos objetivos estaba lograr la declaratoria de independencia y el establecimiento de un régimen republicano  y democrático. Gracias a la declaración que el 14 de noviembre de 1811 rinde José María Asencio, en el juicio de infidencia que se le sigue al Capitán Juan José Liendo, preguntado sobre las andanzas de este último en el movimiento de Caracas (19 de abril de 1810) lo señala como uno de los asiduos asistentes a las tertulias de la sociedad que tenían lugar en la casa de Herrera, y en las que participan Gabriel Salom, Rafael Hermoso, los hermanos José Antonio y Ramón Landa, Rafael Martínez, el presbítero José Antonio Robles, el oficial veterano J. Jiménez y Luis Latouche, reuniones a las que sabemos también asistiría el hermano de Germán Roscio, el presbítero José Félix Roscio, cura párroco y vicario foráneo del puerto.

A finales de septiembre de 1810 nuestro personaje resulta electo como Diputado en las elecciones parroquiales celebradas para la constitución del Cuerpo Conservador de los Derechos de Fernando VII; con base al reglamento elaborado en julio de 1810 por la Junta de Caracas, entre los meses de agosto y septiembre los distintos pueblos, villas y ciudades se movilizan para realizar la elección y nombramiento de los electores parroquiales que posteriormente seleccionan los diputados que la representarían en el Cuerpo Conservador que se reúne en Caracas en marzo de 1811. Entre los electores parroquiales electos en el Tenientazgo de Puerto Cabello, entonces dependiente de Valencia, se encontraban diez electores por Goaigoaza, Borburata, Patanemo y Aguas Calientes, a saber: Pablo de Aramburrri, Rafael Hermoso, Rafael Martínez, José Félix Roscio, Gabriel Salom, Carlos Reyna, Pedro Vicente Rolinchón, Martín de Urloa, Juan José Orta y Domingo Taborda recayendo la elección en este último.

Sin embargo, algún opositor tuvo a su postulación tal y como sucedió con el presbítero José Félix Roscio, quien al ser interrogado en el juicio por infidencia que se le sigue en diciembre de 1812, se defiende ante las autoridades españolas diciendo no ser bien visto en el puerto, al punto de no haber sido nombrado elector parroquial de este pueblo cuando tal nombramiento recaía hasta en hombres ordinarios manifestando, además, que cuando asistió como elector del pueblo de Goaigoaza hizo los mayores esfuerzos para que no se reunieran los votos en don Domingo Taborda “por ser sujeto de conducta desarreglada, de cuyas resultas el confesante sufrió bochornos y vejámenes en el mismo acto de las elecciones de parte de los partidarios de Taborda”.[1]

Domingo Taborda actúa como Fiel Ejecutor de la diputación porteña y con tal carácter firma el acta que se levanta el 9 de julio de 1811, en la que sus miembros Pedro de Herrera, José Lázaro Arreche, Gabriel Salom, Rafael Hermoso, José de Ornellas, José Francisco Arraiz y Bruno Perdomo, junto un número importante de sus habitantes se adhieren a la independencia que días atrás se declaraba en Caracas. Los acontecimientos independentistas presumimos lo devuelven a la acción militar, así no es de extrañar que el 12 de agosto cuando se recibe en el puerto el despacho con el Título de Ciudad de 1811 no esté presente, pues como se lee en el acta que al efecto se levanta se le señala “ausente en servicio de estado”. En efecto, a finales del mes de agosto y principios del siguiente Taborda al mando de una división de 100 hombres se encontraba tras el pirata Gabazo en las costas falconianas, al que termina derrotando como se da cuenta en una extensa relación aparecida en la Gaceta de Caracas del 13 de septiembre de 1811.

Taborda retoma sus tareas en el ámbito castrense

Su desempeño le vale un ascenso: el 9 de septiembre de 1811 el Supremo Poder Ejecutivo en la persona de don Juan Escalona, Presidente en turno, le concede el grado de Teniente Coronel. Las fuentes parecen sugerir que al cesar las actividades del Congreso en abril de 1811, Domingo Taborda retoma sus tareas en el ámbito castrense como Comandante de Artillería en la Plaza de Puerto Cabello, cargo que desempeña cuando Simón Bolívar es designado como su Comandante Militar en abril de 1812.  Tomás Pérez Tenreiro señala que el comercio no era el mejor en ese momento, Bolívar toma algunas medidas en beneficio de aquél, abriendo el puerto y reavivando la plaza para aprovisionarla. Aún así, había algunas inconformidades en las filas militares. Refiere que Bolívar tendrá que desenvainar su espada para contener la insolencia de Taborda quien tuvo que ser sometido a la fuerza, pasando en calidad de arrestado a La Guaira.

Domingo Taborda tenía sus seguidores en la ciudad. Así, en carta fechada el 25 de junio de 1812, Manuel María de las Casas se dirige al General Francisco de Miranda pidiendo su indulto en nombre de la municipalidad porteña y la Junta Patriótica. No obstante, el Generalísimo quizá por respeto a la autoridad de Bolívar u ocupado en asuntos más importantes no parece prestar atención a esta solicitud, ello a pesar de que Taborda no le resultaba desconocido y parecía
tener gran admiración por Francisco de Miranda. En las cartas que
nuestro personaje le dirige el año 1812 se dirige a aquél llamándole “mi venerado generalísimo”, “mi amado compatriota” y “mi venerado y apreciado generalísimo”, lo que no es óbice para que el Teniente Coronel de Milicias Taborda permanezca detenido en La Guaira desde donde escribe a Miranda el 14 de julio de 1812, explicando que había sido arrestado por seis meses en La Guaira, remitido a esta plaza desde Puerto Cabello el 20 de junio de 1812.  Se quejaba de que el comandante Simón Bolívar le diera “ni un corto tiempo” para acudir a su casa por ropa y dinero para sus gastos tan solo lo que tenía encima, además de 30 pesos que le dio un amigo suyo al embarcarse para ese puerto el 20 de junio de 1812, desembarcándose allí cinco días más tarde.

Se quejaba Taborda de que como el 30 de junio había sido tomado el castillo San Felipe por Francisco Fernández Vinoni, cito: “no he podido tener auxilio de mi casa, ni ropa, ni de dinero, habiendo consumido ya el poco que traje”.  Temía Taborda que habiendo sido tomada la plaza por los enemigos, “habrán despojado mi casa á su antojo, ya que no han podido vengar en mi persona sus agravios, y hé aquí que me hallo en un castillo, sin dinero, no prendas en que hacerlo, desnudo y muriéndome de hambre, en un país en que los víveres no se hallan ni aun por los más altos precios”. Concluía el remitente pidiendo a Miranda que le rebajara la condena a un tercio, solicitando además que el tiempo que se acordara el arresto se entendiera extendido a toda la villa “que lo cumpliré inviolablemente bajo mi palabra de honor, con que me he conducido siempre, y de este modo podré siquiera disfrutar la mesa de un amigo, que movido á caridad me ha franqueado en su casa y de cuyo beneficio no puedo gozar aquí, Gracia que espero de vuestro benigno corazón”.[2]

Se sabe, sin embargo, que perdida la Plaza de Puerto Cabello y caída la Primera República con la capitulación de Miranda, Domingo Taborda es remitido a tierra porteña como huésped de su fortaleza. Lo anterior lo afirmamos porque el 8 de marzo de 1813 llega al castillo don José Francisco Velasco, Comisionado General de la Audiencia, a los fines de practicar la visita a los presos allí detenidos, pontones que sirven de cárcel en la bahía y cárcel pública, dejando constancia de la presencia de Domingo Taborda, “preso en este el doce de Agosto ultimo habiendo (sic) venido de la Bóveda Guaira con pasaporte del sor (señor) Capitán General; está con grillos, y su causa pendiente en la comisión”. Una nota deja constancia de que todos los individuos presos en los pontones se encontraban unos con grillos, otros con grilletes y otros con grilletes y cadenas.[3] Nos resulta una ironía que ese día en el que Velasco practica la visita (8 de Marzo de 1813) es con el que fecha Francisco de Miranda su célebre Memorial dirigido a la Audiencia de Caracas, y que escribe desde las mazmorras del Castillo San Felipe. Indudablemente Taborda y su amado generalísimo se encontrarían nuevamente allí, pero en circunstancias muy diferentes.

Tras las huellas de Taborda

Lamentablemente no ha sido posible localizar a la fecha el expediente contentivo del juicio por infidencia que se le debió haber seguido a Domingo Taborda (Pudo ser el caso de que nunca se inició luego de retomada Caracas por Simón Bolívar en 1813), así que resulta difícil saber qué ocurrió con nuestro personaje, pues la última referencia que tenemos de aquél corresponde a principios de 1813 al parecer Domingo Taborda junto a otros reos que se encontraban en el Segundo Pontón del castillo tratarían de escapar.

De ello tenemos información con ocasión de una declaratoria instructiva que se toma para investigar el intento de fuga en que estarían involucrados además de nuestro personaje, también don Juan Antonio Rodríguez, Francisco Salias, don Vicente Pulido y don Rafael Sanz.

En la declaración que rinde el 9 de enero de ese año Manuel de Somarriva afirma haber escuchado de un tal Martín Fernández, citamos:  “que por allí andaba entre los presos un run run de que iban aquellos y no savia si algunos mas, y que las consecuencias serian de que los otros infelices padecieran por ellos (…)”.  Según el declarante había escuchado decir a Taborda que había órdenes de Monteverde de no soltar a nadie, y que serían enviados todos a Puerto Rico en una fragata, por lo que no “habia mas remedio sino el ver como cada uno se escapaba como podía y meterse en un monte hasta que Dios quisiese se tranquilizara esto, y ver si podían volver a sus casas por que allí quedaban desnudos y sin dinero”, lo que habrían de hacer a nado “el que no le tuviese  miedo a los Tiburones”, o de noche con el bote del pontón que podía acomodar diez o doce hombres.

Las declaraciones de Somarriva, sin embargo, son contradichas por el mismo Martín Fernández quien manifestó al ser interrogado sobre los planes de Taborda que: “lejos de proyectar fuga que el declarante sepa, le dijo habrá como de doce a quince días que si pensaban esos monicatos que el era algún hombre sin honor estaban mui equivocados porque el por el honor estaba preso y por el había de salir…”.  

Sea como fuere los cierto es que Taborda, Rodríguez, Sanz, Alzuru, Pulido y Salias fueron trasladados del Segundo Pontón a una bóveda del castillo, manifestando Juan Campos (Ayudante de la Plaza) quien se encargó de su traslado que al momento de cambiarles los grillos a Alzuru, Taborda y Sanz “les salió la chaveta al primer golpe”, lo que demuestra que estaban en falso y a Rodríguez le salió más fácil que sacarse su zapato. Manifestando Taborda su inconformidad al decir que más valiera que lo pasaran  en el acto por las Armas, que verse como se veía.[4]

Parecía, entonces, que Manuel Taborda después de todo sí intentaba escapar junto a sus compañeros, todo ello en resguardo de su vida y el futuro incierto que le aguardaba, el mismo que le deparaba andanzas cuyos detalles aún estar por escribirse.


[1] Academia Nacional de la Historia (ANH), “Causas de Infidencias”, Tomo II, pág. 25.

[2] Rojas, El Marqués de, “El General Miranda”, París, Librería Garnier hermanos, 1884, pág. 531.

[3]Archivo General de la Nación (AGN), Causas de Infidencias, Años 1812-1813, Tomo XVIII, Expediente No. 1.

[4]Causas de Infidencias “Documentos Inéditos relativos a la Revolución de la Independencia”. Caracas, Archivo Nacional, 1917, tomo 1. Edición dirigida por Laureano Vallenilla Lanz.