«Último bastión realista en Venezuela»
«Después de la gloriosa Batalla de Carabobo, sucedieron 64 acciones militares»
«Honrosa Capitulación».
«Salida de las fuerzas españolas, vencidas más no humilladas»
Brillante operación militar, ejecutada por José Antonio Páez, «la mejor lanza del mundo», los días 7 y 8 de noviembre de 1823, empleando el Principio de la Guerra de «Sorpresa», utilizando tropas desnudas, mediante un sigiloso movimiento nocturno, sin idea de replegarse.
San Juan Bautista de Puerto Cabello, «Puerta Grande de Venezuela», se ufana de atesorar relatos no olvidados desde su fundación.
Casi lograda la independencia de Venezuela el 24 de junio de 1821, con la batalla de Carabobo, aún permanecían en manos realistas las guarniciones de: Cumaná, Maracaibo y Puerto Cabello.
El éxito logrado el 24 de julio de 1823, con la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, fue un duro golpe al ejército realista; igualmente estimuló y facilitó las futuras operaciones militares.
La Capitulación de Maracaibo, sirvió de modelo para la realizada en Pto.Cabello.
Instalado en su Puesto de Mando en Paso Real, cerca de la desembocadura del rio San Esteban, el «Centauro» Páez recibía información de las posiciones españolas, a través del comerciante y furibundo realista, ahora como colaborador, el vasco Juan Jacinto Iztueta,(el 30 de junio de 1812, estaba con el Stte. Fco Fernández Vinony cuando tomaron el castillo y se perdió la República), éste enviaba datos con su esclavo, el negro borburateño Julián Ibarra; a quien Páez utilizó como informante.
Páez envió el 31 de octubre, la última nota de intimidación al Gral. Sebastián de la Calzada;
agotados todos los canales amistosos, optó por la Operación Militar.
Los realistas se encontraban con escasos abastecimientos y sin posibilidad de recibir recursos del exterior.
La noche del cinco de noviembre, un capitán y dos tenientes de Páez, acompañaron a Julián Ibarra durante dos horas, en el reconocimiento al sector a capturar.
Dieciocho navíos republicanos, ( flecheras, goletas y bergantines), a las órdenes de los almirantes Renato Beluche y José Prudencio Padilla, bloquearon el acceso al Castillo San Felipe.
Páez también estuvo acompañado del general en jefe Santiago Mariño.
Para el dia 7 de noviembre, Páez había ocupado las posiciones realistas aledañas a la Ciudadela.
A las 10 de la noche, se inició la Operación Militar.
Julián Ibarra guió por los manglares hacia la «Ciudadela» , conocida como la ciudad amurallada, 500 hombres al mando del mayor Manuel Cala y el teniente coronel Andrés Elorza; igualmente 400 infantes del Batallón Anzoátegui, comandados por el Tcnel brasilero José Ignacio Ribeiro Abreu de Lima y 100 lanceros del Regimiento de Honor comandados por el Tcnel. Francisco Farfán.
Páez ordenó una Operación de Diversion, con movimientos y disparos de artillería desde tierra a cargo del Gral. en jefe José Fco. Bermúdez y de la escuadra naval coordinados por el Gral. en jefe Santiago Mariño, simulando ataques en varios frentes.
Avanzaron sigilosamente durante cuatro horas ochocientos metros, por el manglar, ( flanco débil de la ciudadela), con el agua hasta el pecho ejecutando en menos de una hora, Combate Sorpresivo, cuerpo a cuerpo, con lanzas y bayonetas que permitió la rendición y ocupación inmediata de los baluartes Príncipe, Princesa y Corito, ( nombre dado por Ntra. Sra. de Coro).
A las cuatro de la mañana los republicamos controlaban la situación.
El coronel realista, el coriano Manuel Carrera Colina, en la confusión, con leve herida en un brazo, pudo escapar hacia el castillo San Felipe, donde resistieron hasta el día 10.
Sebastián de la Calzada y su estado mayor, que se encontraban en el baluarte El Príncipe, se entregaron al general Páez a las seis de la mañana en la iglesia de El Rosario.
De la Calzada entregó su sable en señal de rendición;
Páez lo devolvió para que ingresara al castillo a coordinar la rendición y Capitulación.
Sobre la entrega del Gral. Calzada, el general Páez escribió:
«Lo tomé del brazo y nos dirigimos a tomar café en la casa que él ocupó «.
El dia 10 al ocupar el castillo de San Felipe, Páez luego de recibir los respectivos honores, almorzó con sus adversarios.
El 10 firmaron la honrosa Capitulación en el castillo.
Las efectivos realistas y algunos familiares, embarcaron el día 15 y salieron el 16 en los navíos: Pichincha, Boyacá y Urica al mando del Cap. de navío Sebastián Boguier hacia Santiago de Cuba a «Tambor Batiente» y «Banderas Desplegadas»,
Desembarcaron el 22 en el puerto cubano.
El general Francisco Rodriguez del Toro, el marqués, fue designado comandante del castillo.
Iztueta fue designado el 16 de noviembre Alcalde del cabildo porteño.
El negro Julián Ibarra dejó de ser esclavo, recibió, 500 pesos, el grado de capitán, un caballo y una vivienda. A los pocos años, por cometer fechorias y asesinatos fue ahorcado con sus compinches.
El Libertador dijo en Bogotá el 15-XI-1826:
«Puerto Cabello, es el monumento más grande a la gloria del general Páez».
El eximio escritor marabino Rafael María Baralt expresó:
«Así sucumbió Puerto Cabello, último recinto que abrigaba todavía las armas españolas… Aquí concluyó la guerra de independencia «.
Culminada la etapa militar emancipadora, para cerrar con broche de oro, quedó pendiente el «Tratado de Paz y Amistad» por parte del reino español, materializado el 22 de junio de 1846, en Madrid por parte de Fermín Toro.
Eumenes Fuguet Borregales.