Lograda la independencia de España, tras la derrota del Ejército Napoleónico en 1814 y restablecida la monarquía con la vuelta al poder de Fernando VII. El nuevo gobierno español tomó la decisión de restablecer el orden “por medio del perdón y la bondad” en sus colonias ultramarinas. Al efecto, aprobó el envío de una expedición Pacificadora, a cuyo frente puso al meritorio mariscal de campo don Pablo Morillo, investido también con el cargo de Capitán General de la Provincia de Venezuela.

Este alto oficial del Ejército español, era nativo de Fuente secas, provincia de Zamora, donde nació el 5 de mayo de 1775. A los 13 años de edad se alistó en el Real Cuerpo de Infantería de Marina. A bordo del buque San Idelfonso asistió a la batalla naval de Trafalgar el 21 de julio de 1805. Luego vendrán otras acciones de armas que le permitirán escalar los diferentes rangos del escalafón militar, hasta alcanzar las presillas de General de División, en 1812. Al siguiente año, por servicios a la Corona y a la independencia de su país, fue ascendido a Mariscal de Campo.

La expedición Salió de Cádiz a mediados de febrero de 1815. La flota estaba compuesta por un navío insignia el “San Pedro Alcántara” de 64 cañones, tres fragatas, 70 transportes y 30 buques menores, transportando 10.000 efectivos y abundante material bélico. El pacificador llegó a América por Puerto Santo Carúpano el 13 de abril siguiente. Al no encontrar resistencia militar alguna, pasó a Margarita y sometidos los revolucionarios margariteños, Morillo continuó viaje a tierra firme: Caracas y Puerto Cabello, de donde parte para la Nueva Granada, la cual “pacificó “a sangre y fuego. Vuelto a Venezuela, su ejército recibe la primera derrota en las sabanas de Mucurita.  Regresa a la isla de Margarita, donde sus denodados moradores lo derrotan en el cerro de Matasiete. Seguidamente, Morillo emprendió campaña en los llanos guariqueños. El 16 de marzo de 1818, derrota a Bolívar en la quebrada de Semen, cerca de La Puerta y resulta herido por la lanza de Juan Pablo Farfán. Circunstancia que lo obliga a dirigirse a Valencia en busca de auxilio médico. En la ciudad del Cabriales recibe el afecto y atenciones de los lugareños, y ha de permanecer en ella hasta finales  de aquel año: “Yo sigo – dice Morillo- muy aliviado de mis heridas, que están perfectamente cicatrizadas y después de los  baños creo concluir la curación” (Carta a don José Barreiro, Las Trincheras 4-6-1818),dedicándose a la construcción de varias obras de interés público, entre ellas: la modificación de la fachada de la iglesia Matriz, sustitución de la techumbre de la torre norte por una cúpula y los dos primeros cuerpos de la torre sur; el empedrado de la Calle Real (hoy Colombia), un Cementerio  y un puente de mampostería de tres arcadas sobre el río Cabriales, que unió el costado este de la ciudad con el casco central. Cabe destacar que de estas obras la de mayor arraigo popular, lo es el emblemático puente. En 1902una crecida del río lo afecto considerablemente y su fiel restauración fue encargada al Arq. Antonio Malausenna, siendo denominado “Puente Restauración”; pero ya la tradición popular lo había bautizado como el “Puente Morillo”, como hoy día lo conocemos. Perpetuando el nombre de un Jefe realista que, hace 200 años, agradecido con los valencianos, contribuyó al desarrollo urbano de la ciudad.

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